Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta parecía querer oír si dentro de la casa alguien le respondía.
Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Un observador muy curioso encontró un fallo en el cuadro. La puerta no tenía cerradura.
Y fue a preguntar al artista:
_“¡Su puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se hace para abrirla?“.
El pintor tomó su Biblia, buscó un versículo y le pidió al observador que lo leyera:
Apocalipsis 3, 20:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
”Así es”, respondió el pintor. “Ésta es la puerta del corazón del hombre. Sólo se abre por dentro.”
Abramos nuestro corazón al amor, abrámoslo a DIOS.
Cambiemos, aún estamos a tiempo.
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