viernes, 26 de octubre de 2012

Tu tormenta tiene los días contados - reflexión


Francis Charwik se convirtió en la primera mujer que cruzó a nado el Canal de la Mancha. Ese mismo año, en 1951, intentó un cruce algo menos difícil, desde la isla Santa Catalina hasta la costa de California. No lo logró, a unos quinientos metros de la meta se rindió, no porque el agua estuviera fría, ni porque estuviera infectada de tiburones, ni siquiera porque estaba cansada; después de nadar quince horas seguidas se rindió porque la neblina llegó y le impidió ver su meta; no sabía hacia donde estaba nadando, y cuando le preguntaron qué pasó, ella contestó:
-No tengo excusa alguna, sinceramente perdí el rumbo y no sabía hacia donde estaba yendo. Si alguien me hubiera dicho que estaba tan cerca de la meta hubiera seguido nadando.
Unas semanas después lo intentó otra vez, la neblina llegó pero siguió adelante hasta completar la hazaña en un tiempo récord, dos horas menos que cualquier otro ser humano que lo había intentado antes, porque ahora ella sí sabía donde estaba.
No importa lo que nos han dicho, no importa lo que te han profetizado, lo que importa es que sepas dónde estás, a dónde vas y QUIÉN TE ACOMPAÑA.
Un día Jesús se metió en una barca con sus discípulos y les dijo: “Pasemos al otro lado”.
En medio de las tormentas hay que moverse:
Cuando el Señor nos dice que tenemos que movernos para hacer algo, eso puede conllevar alguna contrariedad; sabemos que cuando servimos a Dios va a haber luchas. Sin embargo cuando no conocíamos al Señor también las había, pero ahora es más fácil sobrellevarlas PORQUE ÉL ESTÁ EN LA BARCA CON NOSOTROS. Cuando estaban en el mar se levantó una gran tempestad, parecía que se iban a hundir.
La angustia nos alcanza porque  siempre “nos parece” que nos vamos a pique, que no hay nadie que nos pueda ayudar, que ya no hay nada más que hacer. Por eso Jesús nos dejó esta enseñanza: “muévanse”, “busquen la salida, porque si la buscan la van a hallar”. Estas no son palabras para aplacar un poco las crisis de nuestra vida, son sus promesas que nos dicen:
“Cuando pases por las aguas Yo estaré contigo, cuando cruces por los ríos no te cubrirán sus aguas”.
Aquí hay dos verbos que nos hablan de movimiento: pasar y cruzar. O sea, tienes que atravesar la situación para aumentar tu fe, y luego vas a pisar la tierra firme porque habrás aprendido a vivir por la revelación de Dios y no por tus emociones.
El Señor no manda las tormentas, sólo las permite:
Si él decide “llevarnos al otro lado” es porque allí va a haber algo para nosotros, Y SI VAMOS CON Él SEGURO QUE VAMOS A LLEGAR. Jesús no les habló del proceso que iban a vivir antes de llegar, Él estaba probando su fe.
¿Por qué Dios permite  la tormenta en nuestras vidas? Porque quiere formar fe en nosotros.
Dios siempre quiere formar algo con las tormentas de la vida.
Los discípulos se empezaron a desesperar. Eso habla de que todavía no conocían a Su Señor, sólo le seguían. Hay una gran diferencia entre una cosa y la otra. Se delataron en la pregunta que le hicieron: ¿Maestro no tienes cuidado de que perezcamos? Eso suena a: “¿No te importa que nos muramos?”.
Jesús les estaba moldeando dentro de la barca, les estaba diciendo que no tenían que escuchar las voces internas que ellos tenían de duda y de inseguridad. Él los estaba probando, les estaba diciendo “que todo lo podían en Él”; que mientras estuvieran cerca  de Él podrían vencer cualquier obstáculo.
La autoridad de Cristo en tu vida hará callar cualquier tormenta:
Para Él, reprender  la tempestad de nuestra vida es algo sencillo, pero nos QUIERE CERCA DE ÉL, nos está entrenando para que desarrollemos la autoridad que Él mismo nos delegó, para pararnos en medio de cualquier situación y decirle al problema: “Cállate, enmudece”. Él quiere que hagamos más discípulos, pero no podremos formar a nadie si no pasamos ni siquiera el primer nivel de fe.
Qué bueno sería que nuestro amado Señor, nunca nos tuviera que preguntar:
¿POR QUÉ TIENEN TANTO MIEDO? ¿TODAVÍA NO TIENEN FE?
Siempre es mejor estar en la barca con Él, que haciendo cualquier cosa lejos de Él. Para Él nuestros problemas son insignificantes, pero quiere que nosotros los veamos también así.
En aquel tiempo, cuando un barco salía y se levantaba una tormenta siempre se volvía al punto de origen, pero ahora Jesús está en el barco y ahora no volvemos más atrás, ¡ahora seguimos adelante en medio de la tormenta y llegamos al otro lado!

Los discípulos seguramente se mojaron bastante,  pero llegaron al otro lado porque JESÚS HABLÓ ANTES  y dijo: “PASEMOS AL OTRO LADO”. ¡Y SI DIOS TE MANDÓ AL OTRO LADO, ES PORQUE AL OTRO LADO VAS A LLEGAR!

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