jueves, 25 de octubre de 2012

La historia de Alicia... la perfeccionista - Historia, Jovenes, Noviazgo

Alicia era una chica muy linda, Dios le había regalado un gracia especial y una hermosura física espectacular. Con sus ojos color azul cielo, con una sonrisa perfecta y una mirada especial, ella era linda, muy linda, pero con un pequeño problema: no encontraba al amor de su vida.
La misma belleza de Alicia era un obstáculo para que muchos se acercaran a ella debido al temor de ser rechazados, y es que la misma belleza de Alicia producía en cualquiera que quisiera acercarse a ella el temor de no ser de su agrado. Por eso pocos se atrevían a acercarse a ella con la intención verdadera de demostrarle un interés y un cariño como para entablar una relación de noviazgo.
Añadido a ese temor que cualquier hombre sentía de acercarse a Alicia, ella tenía otro problema: Era demasiado perfeccionista; quería encontrar la perfección completa en el chico con el que fuera a entablar un noviazgo, por esa razón ella jamás había tenido novio, quizá uno u otro se había enamorado de ella o quizá muchos pretendientes, pero ella nunca había entablado una relación seria con nadie por el mero hecho de que ninguno cumplía enteramente los requisitos que ella necesitaba.
Cada vez que un chico valiente y con buenas intenciones se acercaba a ella para mostrarle interés, ella terminaba encontrándole cualquier defecto, a veces hasta cosas exageradas; entre algunos de los defectos que ella misma decía encontrar en ellos estaban: “No me gusta como se ríe”, “Le falta cabello”, “Sus ojos son demasiados oscuros”, “Uno de sus dientes no esta alineado”, “Sus brazos son demasiados largos”, “Es tan dulce que me empalaga”, “Es demasiado posesivo”, “Quiere saber qué estoy haciendo a cada momento”, “No me gusta cómo camina”, “Su voz es demasiado chillona”, “No me gusta cómo se viste”, “No le veo futuro”, entre muchas otras más.
Alicia estaba obsesionada por encontrar a la “persona perfecta”, según ella, por lo que cualquier “defecto” era razón suficiente como para no darle más vueltas al asunto y terminar con el interés de cualquier chico sobre ella.
Así fueron pasando los años, y Alicia de ser una chica joven pasó a ser una mujer. Ahora, a sus treinta y ocho años, todavía no ha encontrado al hombre perfecto. Su insistencia por encontrar la perfección le hizo descartar a chicos y hombres muy buenos que en su momento tuvieron muy buenas intenciones hacia ella.
Ahora Alicia vive reclamándole a Dios por qué no le da el hombre perfecto para ella, sin percatarse de que, en muchas ocasiones en su vida, llegaron hombres con los que hubiera formado una bella familia, pero que su exagerada perfección le encontró algún “defecto” que ella consideró que lo descartaba.
Al igual que Alicia hay muchas mujeres y hombres que buscan la perfección en una persona, sin darse cuenta de que la perfección total realmente no existe, de que sólo es un cuento, de que en la práctica todos tenemos algún defecto, pero que, sin embargo, nuestras virtudes logran opacar aquellos “defectos” que otros nos puedan ver.
A veces, el problema es que buscamos la perfección en la belleza exterior, y realmente la belleza externa es relativa y depende solamente de lo bien que te veas o lo hermoso que seas. Pero la verdadera belleza radica en nuestro interior. Ésta no depende de factores externos visibles y no significa que sea el final de ella.
La Biblia dice: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Cuando Dios dijo esto, no dijo: haré una mujer perfecta para Adán, Él se refirió a la pareja de Adán como idónea e idóneo significa: adecuado o apropiado.
Cuando nosotros vamos a buscar a la persona con la que queremos pasar el resto de nuestra vida, tenemos que entender que esa persona, lejos de ser totalmente perfecta, puede tener algunos “defectos”, pero que nuestro mismo amor por esa persona hace que sus virtudes, que seguramente también tiene, opaquen a esos “defectos” y más aún cuando en conjunto formamos la pareja idónea, es decir la pareja adecuada y apropiada para afrontar la vida juntos.
Si hasta el momento sigues buscando la perfección, debes ser realista y saber que difícilmente la encontrarás. Quizá pasarás más de media vida buscándola, quizá llegarás a ser una persona madura y soltera, porque tu mismo DEFECTO de perfeccionismo te llevará a evitar que encuentres a esa persona IDÓNEA para ti y no perfecta.

RECUERDA QUE DIOS TE DARÁ LO IDÓNEO Y NO LO PERFECTO.

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