No estaba segura de que mis oídos hubiesen captado bien y las otras quedaron muy sorprendidas.
“Junto con un pastel de manzana calentado”, agregó May, completamente inmutable.
Intentamos actuar de manera indiferente, como si la gente hiciese siempre esto, como si fuera normal. Pero cuando nos trajeron los pedidos no disfruté el mío. No podía quitar mis ojos de May mientras engullía su pastel. Las otras damas mostraron su consternación. Comieron sus almuerzos en silencio y con el ceño fruncido.
La vez siguiente que salí a comer llamé e invité a May. Almorcé carne blanca de atún. Ella ordenó una copa de helado. Sonreí. Preguntó si ella me divertía.
Le contesté: “Sí, lo haces, pero también me confundes. ¿Cómo es que pides postres tan ricos, mientras yo siento que debo ser racional?
Ella se rió y dijo con un cierto júbilo disimulado: “Estoy probando todo lo que es posible”.
Intento comer la comida que necesito y hacer las cosas que debo hacer. Pero la vida es tan corta, mi amiga, que odio perderme algo bueno. Este año me di cuenta de cuán vieja era, sonrió. Nunca he estado tan vieja antes. Así que antes de morir tengo que probar esas cosas que durante años pasé por alto. Aún no he olido todas las flores, todavía hay muchos libros que no he leído, hay aún mucho más helado acaramelado que devorar y papelotes para hacer volar.
Hay muchos centros comerciales en donde no he comprado. No me reído de todos los chistes. Me he perdido muchos éxitos de Broadway, patatas fritas y gaseosas. Quiero sumergirme una vez más en el agua y sentir el rocío del océano en mi rostro. Quiero sentarme en un banco de una iglesia del campo y una vez más agradecerle a Dios por Su gracia. Quiero untar mantequilla de cacahuete sobre mi tostada cada mañana. Quiero hacer llamadas de larga distancia sin límite de tiempo a la gente que más amo.
No he llorado en todas las películas todavía o caminado con lluvia mañanera. Necesito sentir el viento en mi cabello. Quiero enamorarme de nuevo. Por todo eso escojo postre en vez de cena, cambiándolo siempre para no perderme nada. Si muriese esta noche diría que morí ganadora, porque no me perdí nada. Que todo satisfaga mi corazón. Tengo que disfrutar de un último mousse de chocolate antes de expirar.
Después de oír todo aquello, llamé a la camarera… “Cambié de parecer”, le dije. “Quiero lo que ella pidió; ¡sólo que me le agregue un poco más de crema batida!”
Vivamos bien, amemos mucho y riamos a menudo… seamos felices. Recordemos que la felicidad no se basa en posesiones, poder o prestigio, sino en las relaciones con la gente que amamos y respetamos. Recordemos que "mientras que el dinero habla, ¡el chocolate canta!"
Autor Desconocido
Si bien algunos podemos tomar este pensamiento como una llamada (o permiso) a una vida licenciosa y sin controles, la verdad es que vale la pena correr el riesgo. Y es que demasiada gente vive posponiendo el disfrute de la vida por diversos motivos. A veces, pensamos que de alguna manera tenemos control sobre la longitud de nuestra travesía por este mundo…y queremos estirar dicha travesía al máximo.
Es como el caso de una señora que vivía en una casa en penumbra a pesar de contar con muchísimos recursos financieros; seguía ahorrando luz en extremo tan sólo porque se había acostumbrado a hacerlo durante más de 40 años, al comienzo de los cuales había experimentado bastante escasez económica. Vamos, vamos, disfrutemos cada día de lo que el Señor nos ha concedido…y compartamos graciosamente lo que Él nos ha dado para compartir con los demás (lo que debe incluir el gozo de vivir).
Adelante y que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ustedes y los suyos.
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