jueves, 18 de octubre de 2012

De Patmos a Silver Street - devocional

“Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos (…) Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”
(2 Corintios 4:8,9,11).
Domiciano le desterró pensando que acabaría así con su influencia. Le envió a Patmos como un preso común. Debía trabajar en las canteras de sol a sol aunque no había cometido delito alguno. Aquella isla rocosa de 34,6 kmen el Mar Egeo pretendía ser una tumba, pero se convirtió en un escenario de lo milagroso y lo extraordinario. Fue allí donde Jesús se le reveló al anciano Juan y le mostró visiones impresionantes. Fue allí donde este apóstol escribió el asombroso libro de Apocalipsis. El impacto de su testimonio y del mensaje recogido en el Libro de las Revelaciones de Juan no podrá medirse nunca por lo prodigioso de su alcance. Lo que pretendía ser un lugar de condena y muerte Dios lo convirtió en una catedral donde se manifestó a su siervo, y en el espacio apropiado para inspirar un libro. A Dios nada le limita y las decisiones de los hombres le son indiferentes cuando desea dar cumplimiento a un plan divino.
En el año 1660, otro Juan, pero de apellido Bunyan, era también encarcelado por predicar el evangelio. No lo puso en prisión un emperador romano, sino Carlos II, rey de Inglaterra. Su fiereza contra todos aquellos que no eran católicos o anglicanos fue tal, que hizo que más de 2000 pastores fueran despedidos de sus funciones y muchos de ellos fueron desterrados, apresados o asesinados. Bunyan fue llevado cautivo a la prisión de Silver Street, en la ciudad de Bedford. Sus biógrafos le describen alto, pelirrojo, de nariz prominente, una boca bastante grande y ojos azules y brillantes. Pero lo que más destacaba en él era su tenacidad y su convicción de la bondad de Dios. Viudo desde hacía cinco años y separado de sus cuatro hijos, uno de ellos ciego de nacimiento, se dio a la tarea de escribir un libro: El Progreso del Peregrino. Doce años de penurias no pudieron arrancarle la fe. Su fe saludable y creciente a pesar de su injusto encarcelamiento nos estimula hoy, varios siglos después. Su libro, El Progreso del Peregrino, ha sido uno de los más traducidos y leídos del mundo.
Un hombre o una mujer con Dios sufre las prisiones, le laceran los destierros y le afectan las separaciones, pero no puede abandonar a su Señor y no puede desertar de su llamado por tristes que sean los tiempos. Ya sea en una Isla de 32 kmo en una celda estrecha e insalubre ha de cumplir su cometido, esa misión por la que Dios le ha colocado en la tierra. La desdicha puede acaecerle, las penurias de este mundo caído pueden ser para él acuciosas visitantes, pero su fe no retrocede y su amor a Dios no mengua.
Por contradictorios que sean los tiempos nada puede detener a un creyente en su compromiso con Dios. Domiciano no pudo detener a Juan,... Carlos II no pudo callar a Bunyan. No dejes que ningún hombre frene tu andar en obediencia, o que alguna extraña circunstancia silencie tu testimonio. Honra a Dios desde tu integridad, exáltale desde tu laboriosidad, anúnciale desde tu persistencia. "Somos espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres” (1 Corintios 4:9). Nuestra férrea determinación en seguir el ejemplo de Jesucristo y nuestra franca decisión de obedecer su Palabra están por encima de la malaventura.

Las circunstancias no necesariamente serán prometedoras, pero nuestro Dios estará con nosotros. No estamos donde estamos por azarosas eventualidades, ni por caprichos de hombres inicuos. Estamos aquí porque agradó a Dios que así fuera. No tenemos que entenderlo todo, ni siquiera saber tiempos o sazones que corresponden a los soberanos designios de Dios. Lo que resta es vivir a la altura de nuestro sacro llamamiento, encarando el presente con santo andar cristiano, y proyectándonos hacia el futuro con la certeza de que Dios estará allí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario