Celoso- La palabra hebrea qanna es una palabra que se utiliza para describir a Dios. De hecho, en Éxodo 34:14, esta palabra es parte del nombre de Dios (“el Señor cuyo nombre es celoso”). Lo que sabemos sobre los nombramientos en las culturas semitas debería hacernos gemir cuando leemos esto. El celo es un atributo esencial del Señor.
Si no te tomas un poco de tiempo para reflexionar sobre el significado de esto, simplemente no comprenderás cuán serio es el derecho que Dios tiene sobre nosotros. Y probablemente no comprenderás por qué Él exige devoción exclusiva, ni por qué espera que nuestros matrimonios reflejen la misma cualidad. El celo mora en el centro de quien es Dios.
Ya lo sé. Tú y yo hemos sido entrenados para creer que el corazón de Dios es un corazón de amor. Como tenemos una definición de amor difusa, egocéntrica y posesiva tendemos a imaginar que Dios es un tipo de Padre siempre perdonador, generoso y bueno, que ignora los errores y rebeliones de Sus hijos, que mantiene Su respiración hasta que dejamos de actuar como idiotas y regresamos a Su cuidado.
Lo siento. Eso no es lo que nos dice la Escritura. Si uno de los nombres de Dios es celoso, lo mejor es que nos aseguremos que tenemos muy clara esta imagen antes de seguir actuando como si nuestro comportamiento fuera irrelevante.
La otra cara del amor es la ira. Las dos se unen. Dios es compasivo. Lo dice Él (Éxodo 34:6). Ese es el primer atributo de Su autoidentificación. Pero no es el único. También es tremendamente posesivo de lo que le pertenece. No tolerará duplicidad ni intenciones engañosas. Nunca aceptará el adulterio espiritual. Tú y yo le pertenecemos y nunca permitirá que divaguemos en nuestros afectos hacia otro.
Él nos posee. No permitirá que huyamos. Cualquier evangelio de amor, gracia y perdón que no incluya posesión, celo y fidelidad es como una ceremonia de matrimonio a la que asiste sólo la amante.
¿Qué significa para nosotros? A fin de cuentas, todos sabemos que Dios exige exclusividad en adoración y que no ofrezcamos libaciones a ídolos. ¡Espera! Reflexiona de nuevo. Cuando Dios se describe como Dios celoso frecuentemente asocia los comportamientos de infidelidad con el servicio a dioses falsos. Pero no debemos pensar en esto, como tampoco inclinarnos en algún rito pagano (idólatra).
Es el equivalente a establecer pacto con un dios falso. En otras palabras, permitimos que el dios falso dicte los términos de nuestra vida. La adoración al dios falso puede disfrazarse según la manera en que trabajamos. Si no dedicamos nuestros esfuerzos y tiempo según Sus mandamientos (los de Dios), entonces atendemos amantes. Gráficamente hablando, mantenemos amoríos con otro amante, provocando el celo de Dios.
Ahora comienza a instalarse en nosotros este pensamiento. Si lo que haces en este mundo no es lo que Dios te dijo que hicieses, entonces probablemente sirves a otro dios. Puede ser el dios de la seguridad o prosperidad, del placer o la pasión, pero no será Dios, pues Él no tolera rivales. Quizás es el momento de ver seriamente tu trabajo, tus prioridades y tus planes. ¿Son el resultado de escuchar al Rey y servirle solo a Él?
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