Al nacer, nuestras condiciones físicas y mentales son nuestros primeros obstáculos. Estamos medio hechos pero lentamente logramos adaptarnos al ambiente y, con ayuda, gradualmente nos guiamos por nuestra cuenta. Es lo que llamamos una “dependencia necesaria”. Sin embargo, las verdaderas barreras a nuestro crecimiento son dependencias innecesarias, aquellas cositas que nos atan a la mediocridad y generan una falta de ambición.
Es cierto que las responsabilidades impuestas sobre nosotros a lo largo de los años son un gran impedimento al progreso en cada momento. Pero vivimos continuamente con estas obligaciones y responsabilidades concediéndoles el rol de “cargas” en nuestra vida que, decimos, nos impiden progresar.
Sin embargo, esto es tan sólo una gran mentira. La verdad es que la carga más grande de la que somos presas somos nosotros mismos.
Nuestro temor al fracaso, nuestro engaño a nosotros mismos, nuestros prejuicios, y nuestra desconfianza en lo que somos y podemos ser pueden ser parte de esta gran carga, un pesado peso con el que vivir. Este gran saco de piedras nos da inestabilidad, generalmente indeseada, causada por el temor a lo desconocido y el estancamiento. A menudo esto impide que descubramos de qué estamos hechos.
Si realmente queremos progresar hacia una mejor vida, crecer y desarrollarnos, necesitamos recordar que estas cargas no dejarán de aparecer en el camino. Intentos diarios renovados pudieran sacarnos del camino; la perseverancia y la pasión por lo que hacemos y queremos son la mejor espada y el mejor escudo que podemos usar para defendernos.
Nunca dejemos de pelear y recordemos que nuestra única carga somos nosotros; vivamos libres, muramos en paz.
“No ser otro que nosotros mismos, en un mundo que hace lo mejor que puede, para convertirnos en otra persona, implica pelear la batalla más difícil que humano alguno pueda pelear y nunca dejar de hacerlo”. — Edward Estlin Cummings
“No permitamos que nuestro fuego se apague en medio de los desesperanzados cambios de los "todavía...", "no del todo" y "de ninguna manera". No permitamos que el héroe en nuestra alma perezca en solitaria frustración por la vida que merecemos y que nunca hemos logrado alcanzar. El mundo que deseamos puede ser ganado. Existe y es real, es posible y es nuestro”. — Ayn Rand
Roberto Villar, copyright 2011
Roberto Villar, copyright 2011
Sin duda que Dios nos ha creado con propósito y que nuestra salvación nos dirige claramente hacia el cumplimiento del mismo. Sin embargo son muchos los que permiten que las circunstancias que afrontan a diario vayan moldeando y condicionando su vida y sus proyecciones. ¡Qué triste que al final de nuestra vida hayamos permitido que todas esas fuerzas externas determinaran lo que pudimos alcanzar y lograr! Y digo que es triste porque Dios nos ha dado dones, talentos y recursos, aunque muchos parezcamos estar ciegos ante su existencia para, precisamente, tomar la iniciativa y hacer la contribución a nuestra generación para la que fuimos creados y salvados. Pero sólo a través de la fe y un férreo apego al Señor podremos vencer las pruebas diarias que intentan desenfocarnos y desviar nuestra atención de aquello por lo que fuimos llamados por el Señor a realizar. Adelante, dejemos a un lado aquello que nos estorba y atrevámonos a ser y hacer aquello que Dios nos comisionó para ser y hacer. ¡Que Dios les continúe bendiciendo!
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