El Dr. Paul Brand ha expresado esta verdad hermosamente en su libro "La obra maestra de Dios". Él escribe: Cuando pregunto a mis pacientes “¿quién le ayudó en su sufrimiento?”, escucho una respuesta extraña e imprecisa.
Las personas descritas raras veces tienen respuestas suaves y una personalidad alegre y efervescente. Son personas calladas, comprensivas, que escuchan más de lo que hablan, que no juzgan y ni siquiera ofrecen muchos consejos.
“La sensación de paciencia”. “Alguien que estaba presente cuando le necesité.” Una mano que tomar". "Un abrazo comprensivo y perplejo". "Un nudo en la garganta compartido.”
A veces, al esforzarnos tanto para decir lo correcto olvidamos que el lenguaje de los sentimientos habla mucho más alto que nuestras palabras. Hay momentos en que lo mejor que podemos hacer es «llorar con los que lloran» (Romanos 12:15).
El primer paso para ayudar a otros en sus angustias es compartir su dolor (2 Corintios 1:3-4).
Romanos 12:15.
. . . llorad con los que lloran. –
. . . llorad con los que lloran. –
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