El Espíritu Santo inspiró a cuatro hombres para describir la institución de la Cena del Señor: Mateo, Marcos, Lucas y Pablo. Cuando unimos estos relatos vemos claramente cuán grande es el privilegio que tenemos todos los hijos de Dios de celebrar esa Cena durante la ausencia de nuestro Señor.
Lucas describe esta institución de la siguiente manera: Jesús “tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí”. Mediante el partimiento del pan, Jesús quería aludir a su muerte por nosotros.
El Señor dio gracias antes de partir el pan. Esto nos indica que dicha comida debe estar unida al agradecimiento y a la adoración. ¿Podría nuestro corazón permanecer insensible y nuestra boca muda cuando se recuerdan los sufrimientos y la muerte del Señor?
Después que hubo cenado, Jesús tomó la copa. Pablo la llama “la copa de bendición” (1 Corintios 10:16). Esto significa que todas nuestras bendiciones se deben a la sangre vertida por nuestro Salvador.
Por medio de la institución de la Cena, Jesucristo dio un impresionante testimonio de su gran amor. Es el recuerdo de la muerte de nuestro Señor. Para nosotros esta comida es la oportunidad especial de conmemorar juntos su persona y sus sufrimientos. ¡Cuánto nos amó al darnos esa posibilidad de pensar todos juntos en Él!
Jesucristo instituyó la Cena del Señor para memoria de su sufrimiento, muerte y resurrección hasta que Él regrese.
La Santa Cena o Cena del Señor es ordenanza que nos corresponde honrar como un deseo de Cristo (1 Co. 11.23). Es un servicio de adoración a Dios por lo que Él es- Nuestro Salvador-, y una acción de gracias por lo que Él ha hecho, hace, y hará a nuestro favor: "salvarnos".
Consiste en un recordatorio glorioso de la muerte del Señor (1 Co. 11: 23-26), pero con la vista puesta en su resurrección como una anticipación de su segunda venida. (1 Co. 11:26). Es un testimonio de esperanza en que mejores cosas están por venir.
Es una llamada para que nos reunamos con otros a celebrar delante de Cristo (1 Co. 10:16)
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