Toda persona que decide seguir a Cristo tiene que saber que en la vida cristiana a todo creyente se nos pide llevar una cruz; esta cruz ha sido diseñada de manera personal, es decir que la cruz de cada uno no se parece a la del otro.
De tal forma que mi cruz sólo la puedo llevar yo y ningún otro podría con ella porque fue diseñada para mí. Eso es lo mismo que pasó con Cristo, Él tuvo que llevar su cruz hasta la muerte y nadie hubiese podido con ella por que fue diseñada para Él.
En la Biblia nunca se nos enseña a llevar la cruz de Cristo sino la nuestra; eso es lo que dice en Mateo 10:38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí; Lucas 9:23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame; Marcos. 10:21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
Hay una cruz para cada creyente y, sin el ánimo de querer exagerar, podría decir con toda seguridad que esa cruz tiene tu nombre y apellido y por lo tanto no podrás evitarla, lo único que te queda es tomarla, ser fuerte y cargar con ella.
Hay una cruz diseñada especialmente para ti, con tu forma, tamaño y peso exacto para que la puedas llevar y nadie más la podrá llevar sino tú.
La vida cristiana y la cruz están unidas y fusionadas, es decir, que no se pueden separar, por lo tanto no se puede ser cristiano sin llevar la cruz; lo mismo que no se puede volar sin tener alas, ni caminar sin tener pies, tampoco se puede ser cristiano sin tener una cruz que llevar.
Ahora veamos cómo se nos enseña en la Biblia a llevar la cruz. En el vs. 2 del cap. 12 de Hebreos se nos enseña las dos cosas básicas que debemos aprender para llevar con éxito la cruz: primero puestos los ojos en Jesús, y segundo mirando el gozo que ha sido puesto delante de nosotros.
Cuando cargas tu cruz se te aconseja que hay algo que no debes dejar de mirar, a Jesús, ¿Por qué? Por que se dice aquí que Él es el autor y consumador de la fe, ¿qué significa eso? que para cargar la cruz se necesita fe, y para tenerla, necesitas mirarle a Él.
¿Ahora cómo miro a Jesús? Obviamente yo no puedo verle a no ser que se me revele, pero aunque en la vida yo no le vea con los ojos físicos sin embargo puedo mirarle siempre a través de la Palabra de Dios que me lo revela.
La Biblia es una biblioteca de varios libros, y cuando la lees de manera natural, eso es todo lo que te significará, pero si la lees en oración ella dejará de ser letra muerta y se convertirá en pan de vida.
Porque cuando lees la Biblia en oración ella te revela a Jesús, de manera que no dejas de verle y aprender de Él a través de su Palabra en la inspiración del Espíritu Santo.
La cruz que Dios te dio para llevar es hecha a tu medida y con el peso exacto para que la puedas llevar sin dificultad, pero cuando dejas de mirar a Jesús sucede algo que no debería suceder, empiezas a sentir que tu cruz se hace más pesada y comienzas a decir que es demasiado para ti y, si te debilitas mucho, hasta puede que la abandones y la dejes tirada en el camino.
Pero en realidad la cruz jamás se hace más pesada, lo que en realidad pasa es que eres tú quien se debilita. ¿Cómo? Cuando dejas de verle a Él a través de la Palabra. Vuelve tus ojos a Jesús a través de la Palabra y volverán las fuerzas y tu cruz será fácil de llevar, por eso dijo Jesús: Mateo. 11:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
En la iglesia encontramos tres clases de cristianos: los que saben que deben tomar su cruz y no lo hacen, los que la toman pero que al dejar de mirar a Jesús para ver otros modelos baratos o copias de Jesús, se debilitan y dejan la cruz, y por último los que toman la cruz y sus ojos siempre miran al Señor y son fortalecidos cada vez más.
Todos los seres humanos, no importa cuán santos seamos, cuánto oremos, o cuán piadosos podamos ser, en algún momento podemos fallar y decepcionar, por eso el apremio de la Palabra es "pon tus ojos en Jesús", allí nunca encontrarás una decepción y menos un error, por eso tus ojos deben estar allí.
De Jesús se dice que Él es el autor y consumador de la fe, ya dijimos que para llevar la cruz hay que tener fe. En la medida que tus ojos miran a Jesús se origina el milagro, recibes fe, pero recuerda: Él no es sólo el originador de la fe, también es su consumador, es decir, Él empieza algo contigo mediante la fe y no lo suelta hasta terminarlo si tus ojos no dejan de mirarle a Él.
Ahora veamos lo segundo que debemos mirar, el vs 2 dice, además,, que Jesús sufrió la cruz mirando el gozo puesto delante de Él. Estudiemos esta poderosa declaración.
Otra de las cosas que se nos aconseja en la Biblia que debemos mirar cuando cargamos nuestra cruz, es el gozo puesto delante de nosotros, ¿qué significa esto? Lo voy a explicar usando el mismo ejemplo que usó Jesús.
Mateo 16:21 La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.
Jesús toma este ejemplo para describir el gozo que una mujer siente cuando se convierte en madre. Sn embargo aquí el gozo parece manifestarse sólo cuando el niño nace, pero en realidad no es así porque el gozo no comienza cuando el niño nace, sino desde que es concebido y se hace más fuerte en la medida que la barriga va creciendo en la mujer.
El niño no ha nacido aún, pero la barriga creciendo lo anuncia, el gozo no se manifiesta con el nacimiento, allí sólo se completa, pero el gozo nace cuando el bebé es concebido y la barriga por delante de la mujer le da la fuerza que produce el gozo para sufrir los dolores del embarazo y del parto.
Es aquello a lo que se refería el autor de Hebreos cuando dice que Jesús sufrió la cruz mirando el gozo puesto delante de Él.
Jesús tomó su cruz y la cargó, pero lo que le fortalecía para poder sufrirla fue no quitar los ojos del gozo puesto delante de Él.
El Dios que te llama a tomar tu cruz y cargarla es el mismo Dios, que pondrá delante de ti aquello que se convertirá en tu gozo para fortalecerte cuando te sientas débil.
Escucha, cuando Dios te da una palabra que se anida en tu espíritu, y en ella ves tu futuro de bienestar, de bendición y de grandeza, esa experiencia sólo tiene un propósito, convertirse en el gozo que Dios pone por delante de ti para darte fuerza cuando creas que tu cruz se hace más pesada.
Repito, la cruz nunca se hace más pesada, son nuestras fuerzas las que se agotan y para poderlas renovar necesitas mirar a Jesús, y también tener presente lo que Él ha dicho de ti.
Ahora veamos algo más, el vs 2 no sólo dice que Jesús sufrió la cruz mirando el gozo puesto delante de Él, sino que además menospreció el oprobio.
Al mirar el gozo que Dios pone delante de ti, no sólo recibes fuerzas para llevar tu cruz sino incluso para menospreciar el oprobio.
El gozo que Dios pone delante de ti no es sino la revelación de tu destino, el gozo te señala el final para darte fuerzas mientras dura el viaje, pero eso que a ti te da fuerzas a otros les da repulsión y envidia contra ti.
Por eso cuando tomas tu cruz y la cargas, no sólo debes lidiar con el peso de ella sino además con las pedradas del oprobio; el diablo no se sentará a esperar que el peso de tu cruz te haga caer, sino que levantará un ejército de apedreadores contra ti para lograrlo.
Debes entender que lo que es el sueño de Dios para ti, para otros se convertirá en su pesadilla y no descansarán hasta verte tirado en el piso y con tu cruz aplastando tu cuerpo.
Le pasó a Jesús y te pasará a ti, y llegará un momento en que el oprobio te haga caer, sentirás literalmente tu cruz caer sobre ti, pero cuando Jesús cayó al piso por el peso de la cruz, le fue asignado alguien que le ayudara, su nombre era Simón de Sirene.
Cuando las pedradas del oprobio vuelvan más pesada tu cruz y caigas sin fuerzas debajo de ella, Dios enviará un Simón de Sirene a tu vida que te ayudará a levantarte y a cargar tu cruz.
Hebreos 12:2 dice que Jesús menospreció el oprobio, y si hay algo que te ayudará a no caer cuando cargues tu cruz es no darle al oprobio la importancia que quiere recibir.
Tú y yo jamás podremos evitar oír o saber cosas que se dicen contra nosotros, pero si hay algo que podemos evitar es darle importancia a lo que oímos y que se convierta en oprobio para nuestro destino.
El gozo que Dios ha puesto delante de nosotros debe llegar a convertirse en algo tan, tan importante, que todo lo que oigamos en contra de nuestro destino resulte insignificante.
Cuando Cristo cumplió su gozo, después se sentó a la diestra del trono de Dios, y cuando tú y yo cumplamos nuestro gozo y lleguemos a nuestro destino, seremos coronados y posicionados en el trono de lo que Dios quiso siempre para nosotros.
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