jueves, 27 de septiembre de 2012

El Tío sin Nombre - reflexiones - vídeo

Su nombre era Wally Amos y creó una empresa de cien millones de dólares vendiendo galletas “Famous Amos Cookies”.
Perdió la empresa por una serie de circunstancias. Pasó de la fama y la fortuna a deber un millón de dólares. Peor aún, perdió el derecho de usar el nombre que le hizo famoso. Sin embargo no perdió lo que le llevó al éxito la primera vez: Mantuvo su sentido del humor, persistencia, optimismo y seguridad en sí mismo. Como era de esperar, volvió a triunfar.
El hombre comenzó una nueva aventura bajo el nombre de “Wally Amos Present Chip´s Cookie”
La Revista People publicó la historia y Fitz y Floyd fabricó galletas Chip´s Cookie. JC Penney distribuyó muñecas Chips´s Cookie. Todo el mundo estaba feliz con el regreso del señor Amos menos los nuevos propietarios de “Famous Amos”. Le pusieron una demanda y de nuevo le sacaron del mercado. Wally dice que obtuvo fama y riqueza y que pagó el precio por ello.
Actualmente viaja promocionando su nuevo libro “El hombre sin nombre”, que está recibiendo una entusiasta acogida. También regresó al negocio de las galletas. Su nueva empresa se llama “El Tío sin Nombre”. Es obvio que Wally Amos constituye un buen ejemplo de un hombre golpeado pero no acabado. Regresó a la lucha con el mismo entusiasmo y afán que mostró la primera vez. Predigo que le irá bien.
Wally Amos es el tipo de hombre que se levanta una y otra vez. El antiguo dicho de que una persona que no recibe golpes no puede golpear se volvió cierto en el Tío sin Nombre.
Nunca claudiques ante las crisis de la vida. Mira al cielo, de allí Dios te enviará su socorro, levántate y vuelve a andar.
Como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, y he aquí que vivimos; como castigados, pero no condenados a muerte; como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo. Nuestra boca, ¡oh corintios!, os ha hablado con toda franqueza. Nuestro corazón se ha abierto de par en par. No estáis limitados por nosotros, sino que estáis limitados en vuestros sentimientos. 2 Corintios 6:9-12.

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