A veces he escuchado gente importante decir que todo lo que mis ojos ven salió de la nada, y que los cielos y la tierra surgieron de una explosión. No puedo creer que a muchos se les haga más fácil creer tal historia que simplemente creer lo que la Biblia dice. Sin embargo hoy sonrío de satisfacción porque, al fin, la ciencia comienza a darle el lugar que le corresponde a la Biblia en relación a estos temas.
La revista Time, una vez, nos anunció el descubrimiento en el cielo de un agujero negro por lo menos mil veces más grande que la vía láctea. Los científicos declaraban que es difícil explicar cómo este tremendo hueco negro pudo haberse formado.
¿Cuánta fe se necesita para creer en Dios? Pues, realmente, menos fe de la que se necesita para creer que toda la creación que existe surgió de la nada o de una imaginaria explosión. Para creer en Dios se necesita menos fe que la que se necesita para creer que la mente humana se creó por sí sola o que la nada creó algo.
Mientras la ciencia sigue descubriendo lo que ya Dios ha creado, hoy puedo pensar con espíritu
de adoración que por su gracia y su amor yo puedo conocer más de Dios y amarle con todo mi ser y a la vez confiar en Su Palabra. Sé que esa Palabra Viva no miente y me revela la grandeza de Dios y la belleza de su amor.
de adoración que por su gracia y su amor yo puedo conocer más de Dios y amarle con todo mi ser y a la vez confiar en Su Palabra. Sé que esa Palabra Viva no miente y me revela la grandeza de Dios y la belleza de su amor.
“Señor: Gracias por tu amor tan infinito y grande. Gracias por tu poder y tu gracia. Tu grandeza se ve en los cielos y se palpa en la tierra. Nada es tan grande como tu amor y tan profundo como tu misericordia. Hoy quiero gozarme en el hecho de saber que la ciencia ahora mismo se encuentra reconociendo silenciosamente que lo dicho en tu palabra es verdad, porque Tú eres la verdad. Amén.
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