lunes, 30 de julio de 2012

¿Me amas?-Promesas de Dios para ti - Relación con Dios-¿Me amas?…!Sígueme!

¿Me amas?…¡Sígueme!
El amar es una decisión, y esa decisión debe ir acompañada de una acción.
Es fácil decir te amo y dar la espalda y seguir. Pero es extraordinario cuando decimos ¡te amo! y esa palabra va acompañada de una mano que levanta, de un abrazo que consuela, de una ayuda oportuna, de cuidados llenos de ternura, de una sonrisa, del servicio a otros.
¿Cuántas veces le decimos a Dios, que le amamos y no le seguimos, no le honramos, no le servimos?
1 Juan 4:18
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
Romanos 8:15
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
1 Juan 4:12
A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros.

Jesús fue crucificado y resucitó al tercer día, presentándose luego ante sus discípulos donde éstos se encontraban ocultos por temor a los judíos. Luego Jesús se manifestó por tercera vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias, donde compartió con ellos pescado y pan.
Después de haber comido, Jesús pregunta a Pedro en tres oportunidades: ¿me amas?. Respondiendo Pedro: ¡Sí, Señor, Tú sabes que te amo!
Jesús ante esta afirmación de Pedro, en la primera oportunidad le dijo: Apacienta mis corderos, en la segunda, Pastorea mis ovejas, y en la tercera, Apacienta mis ovejas. Al instante, le hace saber que siendo joven iba a donde quería, mas en su vejez sería llevado a donde no quería y por otro. Añadiendo: ¡Sígueme!.
Jesús no dejó que la respuesta de Pedro al decir que le amaba fueran solo palabras; Jesús las acompañó de una acción que Pedro tenía que cumplir como muestra de su amor: Apacienta, pastorea, sígueme. El amar es una decisión, y esa decisión debe ir acompañada de una acción.
Es fácil decir te amo y dar la espalda y seguir. Pero es extraordinario, cuando decimos ¡te amo!, y esa palabra va acompañada de una mano que levanta, de un abrazo que consuela, de una ayuda oportuna, de cuidados llenos de ternura, de una sonrisa, del servicio a otros.
¿Cuántas veces le decimos a Dios, que le amamos y no le seguimos, no le honramos, no le servimos?
 ¡Muéstrame mi honra, si me dices padre, muéstrate como un hijo, si me dices rey entrega mi trono que está en tu corazón!. Malaquías 1:6



No hay comentarios:

Publicar un comentario