Cuando el movimiento de la cámara mostró un panorama más amplio, se vio claramente que la joven cambiaba el pañal a su bebé.
¡Qué hermosa ilustración acerca de lo fácil que es para nosotros hablar con el Señor! Tal vez le sea difícil apartar un tiempo, aunque breve, cada mañana, pero en el transcurso de las veinticuatro horas del día podemos, con creatividad, encontrar unos instantes y dedicarlos a Dios.
Murmuramos y rechinamos,
Nos enfurecemos y estallamos,
Hablamos entre dientes y rezongamos,
Nuestros sentimientos resultan dañados.
No podemos entender
Nuestra visión se nubla más y más,
Y todo lo que necesitamos es:
Tener un momento con Él.
Nos enfurecemos y estallamos,
Hablamos entre dientes y rezongamos,
Nuestros sentimientos resultan dañados.
No podemos entender
Nuestra visión se nubla más y más,
Y todo lo que necesitamos es:
Tener un momento con Él.
La mayoría de nosotros estamos tan ocupados durante el día que se nos hace muy difícil apartar una porción de tiempo para orar, y no precisamente para una breve plegaria de gratitud, sino unos momentos de genuina comunicación con el Señor.
Dios anhela que tengamos este tiempo juntos, y nosotros lo necesitamos. Hay ocasiones para estar a solas con el Salvador pero es necesario que con gran empeño las busquemos.
La oración es la forma ideal de comunicación
con el Señor. Cuando nos comunicamos con un amigo estamos
conversando con él. ¿Qué mejor amigo podemos tener que Dios? ¿Qué mejor amigo
podemos tener que Cristo? A Él, nuestro mejor amigo, le encanta que conversemos
con Él y la forma en que lo podemos hacer es a través de la oración. En
definitiva “orar” es conversar con Dios.
Veremos, entonces, la necesidad que tenemos de hacerlo con asiduidad.
Eclesiastés 3:11
Él ha hecho todo apropiado a su tiempo.
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