sábado, 30 de junio de 2012

Sed - Reflexiones - Agua Dulce


Sed
Cuentan que una vez un hombre viajaba por el océano y su barco se hundió, quedó a la deriva por varios días antes de que, milagrosamente, fuera encontrado por un bote pesquero. Al recuperarse de su pésima condición, contó el peor error que había cometido. Al sentir una sed desesperante, bebía agua salada, y por la sal contenida en la misma, lejos de saciarse, sentía más sed e introducía sal y arena a su cuerpo que le deshidrataban más.
Muchas veces cuando sentimos sed de amor, cariño, comprensión, verdad o atención, la buscamos en cosas que lejos de saciarnos, nos dejan peor que antes. Así, el solitario se refugia en otro más solitario; el falto de amor lo busca en los placeres y la vida desenfrenada; el incomprendido se refugia en vicios y mal carácter para llamar la atención.
Es hora ya de que dejes de llenar tu cuerpo de agua salada. Jesús dijo: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:14 .
Así que no busques más saciar tu sed, cualquiera que sea, en las cosas de este mundo. El único que puede saciarte es tu amigo y creador Jesús. Haz la prueba, no cuesta nada, ¡y lo ganas todo!
Juan 6:35
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Agua Dulce
Un pequeño buque de carga navegaba cerca de las costas de América del Sur cuando la provisión de agua potable se agotó. El capitán no conocía exactamente cuál era su posición; entonces, al percibir otro barco a lo lejos, la tripulación envió por radio una llamada de socorro en estos términos: “El agua dulce falta a bordo". Cuál no fue su sorpresa cuando el navío interpelado respondió: “¡Sólo tienen que sacar agua!” Así lo hicieron; sacaron agua, la filtraron y bebieron tanta agua dulce como quisieron.
Su barco se encontraba cerca de la desembocadura del Amazonas, el gran río cuyas aguas se pierden en el Atlántico más de cien kilómetros mar adentro. A pesar de las apariencias contrarias, se salvaron al creer el mensaje que se les dirigió.
Quizás, amigo lector, tengas sed de paz, de perdón, de reposo, de redención. Tal vez has buscado saciar esa sed, pero no lo has logrado. Ni el trabajo, ni las distracciones, ni el bienestar material han podido apagarla. Mas a tu alcance está el río de la gracia y el amor de Dios que corre ancho, profundo e inagotable en medio de las amargas aguas de este mundo.
Sólo tienes que aprovechar lo que está a su disposición. pero muchas veces no somos lo suficientemente decididos a dar el paso de recoger esa agua dulce para disfrutar de las maravillosas sorpresas que tiene para nosotros No permitas hoy que ese amor celestial quede alli sin uso, no dejes que sea muy tarde y ya no puedas disfrutar de tantas bendiciones guardadas esperando solo para tí…
Escucha la voz de Jesús: (Juan 4:13-14).
“Cualquiera que bebiera de esta agua (la de este mundo), volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”
Mateo 11:28
Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.


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