martes, 5 de junio de 2012

A pesar de los ataques Él me prosperará-vídeo

A pesar de los ataques Él me prosperará


Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. — 3 Juan 2 .
Hay una gran cantidad de cosas que nos afectan más de lo que pensamos; y lo que pensamos, que hemos establecido claramente como la causa de algo, con frecuencia resulta no tener la culpa. Por ejemplo, el virus que sospechamos que ocasionó la irritación de nuestra garganta en realidad era una bacteria.
De manera similar, ¿quién sabe si un dolor de cabeza se deba a la falta de sueño o de cafeína, al estrés, a una reacción alérgica o a la gripe? Las migrañas son el enigma de todo el mundo. Los líderes empresariales o los del mundo del entretenimiento pueden atribuir su éxito a ciertos factores, en retrospectiva, pero hasta ellos saben que en realidad no saben cómo lo hicieron.
Simplemente hay demasiados elementos y variables flotando por todo el mundo. Por ejemplo, cada vez que te subes a la báscula y deseas pesar menos, estás en medio de una mezcla de varias fuerzas convergentes que tuvieron su parte para llevarte al punto en el que ahora estás: el tentador pastel de queso de anoche y la evidente falta de fuerza de voluntad, el horario tan apretado que ha hecho del ejercicio regular algo casi imposible, la simple herencia, el aumento de los años y un metabolismo que se va haciendo lento y, por supuesto, la gravedad.
En tales momentos es muy consolador recordar que en realidad tú no pesas nada. En realidad no tienes una pesadez o peso intrínseco aún cuando tienes masa. Es sólo que la gravedad te tiene agarrado y no te dejará ir.
En la luna la gravedad no es mucho problema. Tus casi ochenta kilogramos aquí en la tierra, allá serían sólo doce kilogramos y, entre aquí y allá, tu peso desparecería todo junto. La falta de peso no se debe a un cambio de tu composición fundamental; es ocasionada por la pérdida de la gravedad, no por la pérdida del apetito.
La gravedad es un ejemplo excelente de los muchos poderes invisibles que afectan nuestras vidas diarias. Aunque es la villana principal detrás de la desagradable caída cuando no viste el peldaño de las escaleras, es, en gran parte, una de las “creencias” que hay en el mundo, la cuál difícilmente pensarías en incluir en la explicación dada a un amigo sobre el moretón de tu brazo. Todo lo que piensas en decir es: “No estaba prestando atención en dónde pisaba.”
Hay mucho que está sucediendo en la vida. Y no todo sucede a nuestro modo. A causa de tu deseo sincero de caminar “como es digno del Señor” en todas las áreas de tu vida, quieres abarcar todo lo que Él quiere para ti. Querrás prosperar espiritualmente como respuesta amorosa y agradecida a Él.
Sin embargo, habrá tiempos en los que te quedarás perplejo y te preguntarás por qué no progresas como quisieras en tu diario caminar. Te encontrarás a ti mismo obstaculizado y empantanado como si estuvieras arrastrando una bola de hierro con una cadena. Te preguntarás por qué el obedecerlo, de repente, se siente como ir nadando contra la corriente de un río caudaloso. Incluso cuestionarás tu propia sinceridad y fe cuando parezca que eres incapaz de dejar de hacer eso que sabes que está mal.
La Biblia nos habla de que en el mundo hay una dinámica y varias fuerzas específicas que están totalmente contra nosotros y son diametralmente opuestas a los propósitos de Dios en nuestras vidas. No es que queramos darles atención excesiva o que enfoquemos nuestra atención, exclusivamente, en ellas y luego reaccionemos con miedo ante su existencia. Puesto que “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía” (2 Timoteo 1:7), y debido a Su grandeza y poder, no tenemos necesidad de “amedrentarnos por nuestros adversarios” o de retroceder ante ningún tipo de antagonista espiritual. Sabemos  que aun cuando las fuerzas de la maldad algunas veces parecen más poderosas que el Señor, Él siempre es mayor en poder, majestad y dominio.
Hoy estoy seguro que a pesar de los ataques del enemigo, Dios me prosperará.
Señor, Gracias por sostenerme en medio de las luchas diarias y en Jesucristo soy más que vencedor. En el Nombre De Jesús. Amén.

El Señor Prosperará Mi Camino 

“Él les dijo: –No me detengáis, ya que el Señor ha prosperado mi camino; despachadme para que regrese donde está mi señor”. Genésis 24:56
Aprender a ajustar los detalles de nuestros caminos con los del Señor es, en muchos aspectos, como aprender un nuevo idioma.
Al principio puede sentirse como si no estuviéramos progresando mucho cuando nos concentramos solamente en el vocabulario y en las frases sencillas. Además, ya que el nuevo idioma es tan opuesto a nuestro idioma natural, tenemos que recordar pensar “al revés,” así como poner los adjetivos antes del sustantivo, como se hace en inglés, en lugar de hacerlo después del sustantivo, como en castellano.
Por supuesto, tales cosas tienen mucho más sentido una vez que aprendes el idioma. Así también es con los caminos del Señor; entre más aprendamos más sentido va a tener cada uno de ellos.
Desafortunadamente, algunas de las cosas más importantes que tenemos que entender para nuestro caminar con el Señor han llegado a estar ligadas a palabras que suenan religiosas y que oscurecen la verdad que Dios quiere que captemos.
Las palabras no sólo tienen definiciones, tienen sentimientos asociados a ellas, connotaciones que en realidad superan sus significados en el diccionario.
Para nosotros es bastante problemático aceptar las verdades espirituales, porque, incluso en nuestros mejores días, vemos el ámbito espiritual nebulosamente, y somos como niños pequeños tratando de entender conceptos demasiado avanzados para nuestro vocabulario limitado . Por esta razón, ayuda mucho tener La Biblia que es nuestro mapa para nuestro diario caminar con Dios. Pero aun teniéndolo en la mano no siempre veremos las cosas con la claridad que nos gustaría verlas.
Cuando esa dificultad es agravada por una religiosidad involuntaria, ya sea en nosotros mismos o en otros, que básicamente comunica el disgusto de Dios con nuestra raza y nuestra necesidad de compensarle por nuestras malas obras, puede ser muy difícil discernir lo que el Señor está tratando de decirnos acerca de Sus caminos para la vida.
Tristemente, a la larga, el mundo ha tenido la idea de que Dios habitualmente menosprecia a las personas y que desaprueba casi todo lo que a nosotros respecta.  Esto es porque la religión pierde el punto central de que Dios, por Su gracia y Su obra (solamente), ha hecho todo lo que se necesita para restaurar y asegurar completamente una relación entre Él y nosotros.
La religión intentará ponernos un yugo que nos ate a las riendas de “tienes que,” “debes,” “deberías” y “más te vale.” Como hemos visto, hay una interacción dinámica entre los papeles que juegan el perdón y la obediencia. Debido a que estamos perdonados (por todo y todo el tiempo), más queremos responder a lo que el Señor nos dice. Pero ser más (o menos) obedientes en nada cambia cuánto estamos perdonados. Por simple o reiterativo que parezca esto sostiene la clave para entender muchas de las herramientas que Dios nos ofrece para nuestro diario caminar en este mundo quebrantado.
Mientras que el Señor nos motivará a pensar de cierto modo, como darle preferencia a otros, o a responder de una forma particular, como poner la otra mejilla, con el fin de derramar más bendiciones, la religión nos dirá que hagamos lo que Él dice “¡o de lo contrario….!” En lugar de gratitud y emoción, nos dejan con sentimientos de culpa, vergüenza y poca valía, y éstas se vuelven como nuestra motivación para hacer lo que Dios quiere que hagamos. El balance entre la obediencia y el perdón se presenta en la Biblia repetidas veces.
Hoy, si deseo que Dios prospere mi camino necesito aprender a obedecerle fielmente.
Señor, hoy es una buena oportunidad para que yo pueda ejercer obediencia en mi diario caminar y así ver como tú prosperas mi camino. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario