sábado, 23 de junio de 2012

"No juzgues… ¡Espera!"



Había una vez un hombre con cuatro hijos.

Él deseaba que sus hijos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápido.

Así que los envió a cada uno a una gran aventura; su objetivo: ir en búsqueda de un árbol, el cual se encontraba lejos a una gran distancia.

El primer hijo se fue al invierno.

El segundo se fue a la primavera.

El tercero al verano, y el más joven al otoño.

Cuando regresaron, los mandó a llamar, preguntándoles que habían observado.

El primer hijo comentó que el árbol era horrible, doblado y torcido.

El segundo, dijo que el árbol estaba cubierto de un hermoso follaje y flores.

El tercer hijo estuvo en total desacuerdo. Comentó que el árbol estaba lleno de brotes florales, que desprendían un aroma dulce, fresco y hermoso. El árbol, era la cosa más hermosa que jamás había visto.

El último hijo se encontraba en total desacuerdo con los anteriores, aseguró que el árbol estaba cargado de frutos, tan lleno de vida y esplendor.

Entonces el hombre explicó a los cuatro, que todos tenían la razón.

Porque cada uno de ellos había observado solamente una temporada en la vida de aquel árbol.

Él les explicó: “no puedes juzgar a nadie, solamente por una temporada de su vida”.

La esencia de las cosas y de quienes somos, así como los placeres, alegrías, y el amor proveniente de la vida, sólo puede ser medida al final, cuando todas las etapas de su vida se han reunido.

Sí te das por vencido cuando es invierno, perderás las oportunidades de la primavera, la belleza del verano, y las promesas del otoño.

No dejes que el dolor de una temporada, destruya el gozo de las demás. Y no juzgues la vida por una época difícil.

Mantente firme en las dificultades, y mejores tiempos vendrán con plena seguridad.

Aspira a inspirar… Antes de expirar.

Vive simple. Ama generosamente, y que te importe todo.

Habla con gentileza. Y deja todo lo demás a Dios.

La felicidad te mantiene agradable.

Los intentos te mantienen fuerte.

Los sufrimientos te mantienen humano.

Las derrotas te mantienen humilde.

Los éxitos te mantienen en crecimiento.

Pero sólo DIOS te mantiene andando.

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