lunes, 28 de mayo de 2012

El precio de un milagro

Una niña fue a su habitación y sacó un frasco de su escondite del armario. Vertió todo su contenido en el suelo y lo contó cuidadosamente, tres veces incluso. El total tenía que ser exactamente perfecto. No cabían errores. Con cuidado devolvió las monedas al frasco y, cerrando la tapa, se deslizó por la puerta trasera y caminó 6 cuadras (manzanas) hasta la farmacia de Rexall, con el gran cartel que tenía sobre la puerta. Esperó pacientemente a que el farmacéutico le prestara un poco de atención, pero él estaba demasiado ocupado en este momento. La niña movió sus pies para hacer ruido. Nada. Se aclaró la garganta con el sonido más fuerte que pudo. Aún así no le hizo caso. Finalmente, sacó una moneda del frasco y tocó en el mostrador de cristal. Eso llamó la atención del farmacéutico.   
-¿Qué quieres?, le preguntó el farmacéutico con tono de disgusto en la voz. Estoy hablando con mi hermano de Chicago a quien no he visto en años, dijo sin esperar respuesta a su pregunta. 
-Bueno, quiero hablar con usted acerca de mi hermano, está muy, muy enfermo ... y quiero comprar un milagro.
-¿Perdón? , dijo el farmacéutico. 
-Su nombre es Andrés, (continuó la niña) y algo malo ha estado creciendo en su cabeza y mi papi dice que sólo un milagro puede salvarle ahora. Entonces, ¿cuánto cuesta un milagro? 
-Nosotros no vendemos milagros aquí, chiquita. Lo siento, pero yo no te puedo ayudar, dijo el farmacéutico, suavizando un poco el tono de voz. 
-Oiga, por favor, tengo el dinero para pagar por ello. Si no es suficiente, conseguiré el resto. Sólo dígame cuánto cuesta. 
El hermano del farmacéutico, que estaba allí, era un hombre bien vestido. Se inclinó y le preguntó a la niña
-¿Qué clase de milagro necesita tu hermano? 
-No sé, replicó con los ojos muy abiertos. Yo sólo sé que está muy enfermo y mami dice que necesita una operación. Pero mi papi no puede pagarla, por eso quiero usar mi dinero. 
-¿Cuánto tienes? (preguntó el hombre de Chicago). 
-Un dólar con once centavos, contestó con voz apenas audible. Y es todo el dinero que tengo, pero puedo conseguir más si lo necesito. 
-¡Mira qué coincidencia!, sonrió el hombre. Un dólar con once centavos, el precio exacto de un milagro para los hermanitos. Tomó el dinero en una mano y con la otra mano sostuvo la manita enguantada de la niña y dijo: Llévame donde  vives. Quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres. Vamos a ver si tengo el milagro que necesitas.

Ese hombre bien vestido era el Dr. Carlton Armstrong, un cirujano especializado en neurocirugía. La operación se efectuó sin cargos y no pasó mucho tiempo hasta que Andrés estaba en casa de nuevo y bien.
Mamá y papá estaban felices con la cadena de acontecimientos que habían acontecido. Esa cirugía (le susurró su mamá), fue un verdadero milagro. ¡Ummm!...Me pregunto... ¿cuánto podría costar? La niña sonrió. Ella sabía exactamente cuanto cuesta un milagro ... un dólar con once centavos ..... además de la fe de un niño pequeño.
 
Un milagro no es la creación de la ley natural, pero si la fe de una ley superior, la fe y la convicción de Dios.
Sólo necesitas tener fe para obtener tu milagro...

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