miércoles, 21 de marzo de 2012

Reparar lo irreparable


Alguien comentó una vez que el propósito de la cruz era reparar lo irreparable.
Sabes que por medio de la sangre de Cristo tus pecados son perdonados, tus cicatrices borradas y que, una vez eliminadas, tus pecados son olvidados.
El Señor ya no los recuerda.
1 Juan 1:9
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Salmo 86:5
“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan”.
Salmo 51:1
“Ten piedad de mí, Oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones”.
Salmo 32:5
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado”.
Salmo 51:7-12
“Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, Oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario