domingo, 7 de mayo de 2017

Cristo, el siervo que sufrió

Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de tres días. Marcos 8:31

El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45

- Evangelio según Marcos -
Inline image 1Es el más corto y el más condensado de los cuatro evangelios. En él se mencionan más las obras de Jesús que sus palabras. Desde el principio Marcos habla del servicio del Señor. La expresión “luego” aparece con mucha frecuencia, subrayando el compromiso incesante de Jesús en su servicio.
Marcos presenta a Jesús como el Siervo perfecto. No solo es el Rey prometido a Israel, como lo revela Mateo, sino también el verdadero Siervo de Dios (ver Isaías 42:1-9; 49:1-6; 52:13-15; Zacarías 3:8). No es el siervo de los hombres, sino de Dios. Sin embargo, su servicio a Dios se cumple sirviendo a los hombres; de este modo da a conocer la bondad y la misericordia divinas.
Jesús también es el Siervo que sufrió. En este evangelio, los sufrimientos y la muerte de Jesús ocupan mucho lugar. El Señor Jesús habló cuatro veces a sus discípulos de los sufrimientos por los que debía pasar: Está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada”. “Le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará” (Marcos 9:12; 10:34, ver también capítulos 8:31; 9:31). Según sus propias palabras, “no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
Un rescate es el precio que hay que pagar para que los cautivos puedan ser liberados. Jesús anunció que iba a morir en lugar de aquellos que creían en Él, para liberarlos de la esclavitud de Satanás y del pecado.

Un joven trabajador

«Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió; viene la noche cuando nadie puede trabajar». Juan 9: 4, NBD

La vida de Cristo demuestra a todo joven, que una vida de trabajo y obediencia favorece la formación de un buen carácter moral, principios firmes, fortaleza de propósito, conocimientos sólidos y elevados logros espirituales.
Imagen relacionadaEn la vida laboriosa de Cristo, no había momentos de ocio que invitaran a la tentación. No había horas inactivas que prepararan el camino para las compañías malsanas. En cuanto le era posible, cerraba la puerta al tentador. Ni la ganancia ni el placer, ni los aplausos ni la censura, podían inducirlo a consentir un acto pecaminoso. El Señor Jesús era juicioso para discernir el mal, y fuerte para resistirlo. 
La mayoría de los jóvenes de hoy manifiesta amor por los entretenimientos excitantes que son nocivos para un óptimo desarrollo físico e intelectual. Estos entretenimientos malogran la serenidad y tienden a provocar desequilibrio emocional, puesto que la mayor parte del tiempo la mente está sobreexcitada; y poco después resulta intoxicada por las diversiones que desea, lo cual la incapacita para la reflexión profunda y el estudio.
En cambio, el Salvador no quería ser deficiente ni siquiera en el manejo de las herramientas. Fue excelente como obrero, como lo fue en carácter, y con su ejemplo, nos enseñó que es nuestro deber ser laboriosos, y que nuestro trabajo ha de cumplirse con exactitud y esmero, pues hacerlo así es honorable.
El oficio que enseña a la gente a ser útil, y prepara a los jóvenes para llevar sus responsabilidades en la vida, proporciona vigor físico y desarrolla la facultad humana.
Dios nos asignó el trabajo como una bendición, y solamente el obrero diligente halla en él el verdadero sentido y el gozo de la vida.

Mañana Será Mejor

Unos cuantos años antes de que el huracán Katrina azotara Nueva Orleans, un costoso y nuevo automóvil se detuvo en la cima del Puente del Río Mississippi, y un caballero se bajó del mismo luciendo una vestimenta muy costosa.
Se encaramó sobre el barandal y también por debajo del puente, hasta una plataforma sita debajo de la calzada preparándose para saltar. Los coches comenzaron a detenerse y el tráfico se amontonó en kilómetros. La policía llegó con los bomberos, ministros y profesionales de salud mental.
Resultado de imagen de Mañana Será MejorComenzaron a hablar al hombre y a pedirle que no saltara. Le dijeron que posiblemente no muriera; que se le romperían todos sus huesos y quedaría paralizado toda la vida. Como 800 metros atrás, en el tráfico estancado, había un viejo camión con cortadoras de césped, rastrillos y palas. Un viejo jardinero se bajó de su camión y caminó hasta donde estaba reunida la multitud.
Se abrió paso entre la gente, miró hacia abajo y le gritó al hombre en el borde: “Oiga, tengo que llegar a mi trabajo; salte o bájese del puente. Si decide no saltar, ¡mañana va a ser mejor!”
Con eso, el hombre subió de regreso al puente. La policía lo esposó y le pusieron en el asiento trasero del coche policial. El jardinero caminó de vuelta a su camión esperando que se moviese el tráfico.
Entonces, un ministro le preguntó a un bombero: “¿Quién era ése?” El bombero le contestó: “¡No sé, dijo que tenía que ir a trabajar!”
La policía informó a la prensa que de camino al hospital el hombre siguió repitiendo una y otra vez: “Mañana será mejor”.
Uno necesita ver un futuro para tener uno.
“No es lo que no sabemos lo que nos lastima más; es lo que pensamos que sabemos, ¡aunque no sea cierto!”

¿Nos conoceremos en el Cielo?

El pastor y misionero Juan Bueno, en su libro “Consultorio del alma”, responde a la pregunta que todo cristiano se hace cuando pierde un ser querido. ¿Nos conoceremos en el Cielo?

paisaje cielo, eclesiastés, cielo, nos conoceremos en el cieloHace cuatro años falleció un hermano mío, y su muerte aún me causa tanto dolor y tristeza que no puedo olvidarlo. He llorado mucho y me gustaría saber si en el cielo conoceremos a nuestros seres queridos. ¿Qué dice la Biblia acerca de eso, hermano?
- Cuando un ser querido se nos adelanta en ese camino… queda dolor y un vacío que nadie puede llenar. Y aunque ya hace cuatro años de la muerte de su hermano, permanece en usted esa tristeza. Con sobrada razón, entonces, tiene usted la preocupación de saber si en el cielo vamos a conocer a los que hemos amado en esta vida.
Sobre esto, el apóstol Pablo escribe:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13).
Es decir, que si su hermano aceptó a Cristo como su Salvador, él es salvo y no hay motivo para entristecerse mucho. Cierto es que, la ausencia de un ser querido nos quita la alegría de ver su rostro y escuchar su voz, pero no nos quita el gozo de saber que muy pronto lo veremos y oiremos.