viernes, 10 de marzo de 2017

Buenas Y Malas Noticias

«Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya» (Génesis 3: 15).
¿Te han dicho alguna vez que te tienen buenas y malas noticias, y te han preguntado cuál quieres escuchar primero? Muchas veces contestamos: «Las malas primero», porque esperamos que las buenas nos hagan sentir esperanzados.
Resultado de imagen de Buenas Y Malas NoticiasEstábamos estudiando en la iglesia "El conflicto de los siglos" cuando, al leer el capítulo 30, «El origen del mal y del dolor», me sentí horrorizada, aunque, al minuto siguiente, aliviada. El capítulo presenta primero una mala noticia, y luego buenas noticias de consuelo y esperanza. Me ayudó a comprender que antes de que los seres humanos fueran creados, ya se libraba una guerra entre Dios y Satanás. Y nuestro Dios creó a la humanidad para que estuviéramos de su lado, para que fuéramos sus compañeros y para que lucháramos en el bando ganador.

Eva, sin embargo, decidió dudar de la bondad de Dios. Prefirió creer las mentiras de Satanás sobre el carácter de Dios. Actuó basándose en esas mentiras, y Adán pronto la siguió. Su elección del pecado fue una terrible noticia, ya que ahora debían vivir lejos de Dios y en territorio enemigo.
Dios, entonces, se acercó a ellos con la promesa de poner enemistad entre Satanás y la humanidad. ¡Esa enemistad fueron buenas noticias! Pero Satanás sabía que solo la muerte podría satisfacer las justas exigencias de un Dios santo. Él sabía que Dios les había dicho a Adán y Eva que morirían si pecaban. Imaginemos la sorpresa de Satanás cuando entendió que Dios y su Hijo tenían un plan para cubrir la pena del pecado de toda la humanidad, a todos los que aceptaran el sacrificio de Cristo en la cruz. Esa enemistad no solo nos permite elegir ponernos del lado de Dios en el gran conflicto, sino que también nos da poder para tomar esa crucial decisión.

Confió, pero...

En una casa de un pueblo muy pequeño, en un país muy pequeño, un señor tenía un invitado que había pasado la noche en casa. Se estaba preparando el desayuno temprano por la mañana, y lo único que quedaba pendiente era la leche, que como costumbre de los pueblos de campo nunca falta en los desayunos.
Resultado de imagen de No estás soloEntonces el anfitrión le dice a su huésped: 
- Por lo menos que nos preocupamos es por la leche. El lechero es de mi absoluta confianza. En quince años que llevamos viviendo en esta casa, no ha dejado de poner el litro de leche en la puerta todas las mañanas. Se levanta muy temprano, sabes; pero su trabajo es de garantía y por lo tanto, nuestro desayuno. Por eso te digo, si queda una sola persona en el mundo en quien confiar, ése es nuestro lechero.
Llegaron ambos caminando hasta la puerta que daba a la calle, conversando sobre lo confiable que era el lechero, cuando el anfitrión hace girar el picaporte y abre, para mostrar que el litro estaba ahí, como siempre; ¡pero cuán grande fue su sorpresa al ver que no estaba!
-Te aseguro, mi amigo, dijo el anfitrión, que ésta es la primera vez que esto sucede en muchos años. Como ves, no se puede confiar en nadie, ¡qué irresponsable se ha puesto este lechero!, ¿se creerá que es el único del pueblo?; tan pronto como llegue le voy a decir que no me sirva más la leche, que ya tengo otra persona. Pero bueno, vamos a la mesa que hoy desayunaremos sin leche.
El invitado se limitaba a escuchar sin hablar, mientras se dejaba conducir por su anfitrión a la mesa. Ya estaban dispuestos a iniciar el desayuno, cuando sienten unos ligeros toques golpeando en la puerta. El señor de la casa con una voz de trueno, gritó desde su silla: -¡Adelante!, la puerta está abierta. Se vio entrar la sencilla figura del lechero con dos litros de leche en sus manos y llegando hasta ellos dijo:
-Perdóneme señor por la tardanza; pero en el camino a su casa, temprano por la mañana como de costumbre, tropecé y caí al suelo, rompiendo todos los litros que traía en la canasta y además, como su casa es la última del pueblo..., se me acabó la leche y tuve que volver otra vez a casa a buscar la suya. No es por justificarme; pero si se fija, unos metros antes de su puerta, todavía quedan residuos de los litros rotos. Ahora bien, como compensación al contratiempo que seguramente causé, en vez de uno, le traigo dos litros, y el segundo es por cuenta de la casa.- Se retiró el lechero haciendo un gesto de agradecimiento por, supuestamente, haber sido perdonado. En la mesa quedaron el anfitrión, el invitado y el resto de la familia, que estaban callados, como dice el viejo refrán: “En boca cerrada, no entran moscas”.

Amar a la perfección

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará. 1 Corintios 13:4-8
La voz le temblaba al hablar por los problemas que tenía con su hija. Preocupada por las amistades problemáticas de esta adolescente, la mamá le había confiscado el teléfono móvil y la acompañaba a todas partes. La relación parecía ir de mal en peor.
Cuando hablé con la muchacha, descubrí que amaba  profundamente a su madre, pero que el amor asfixiante de la mamá la sofocaba. Anhelaba ser libre.
Al ser imperfectos, todos luchamos en nuestras relaciones interpersonales. Ya seamos padres o hijos, solteros o casados, nos cuesta expresar el amor hacia los demás de manera adecuada, y decir y hacer lo correcto en el momento apropiado. Pero debemos saber que el amor va madurando durante toda la vida.
En 1 Corintios 13, el apóstol Pablo describe el amor perfecto. Sus estándares suenan maravillosos, pero ponerlos en práctica puede resultar desalentador. Gracias a Dios, tenemos a Jesús como ejemplo. Al interactuar con personas con diversas necesidades y circunstancias, nos demostró cómo es el amor perfecto puesto en acción. A medida que caminemos con Él, permanezcamos en su amor y llenemos nuestra mente con su Palabra, pues así lo reflejaremos cada vez más. Seguiremos cometiendo errores, pero Dios puede resolverlos y sacar algo bueno de cada situación, ya que su amor «todo lo soporta» y «nunca deja de ser».
Señor, ayúdame a seguir tu ejemplo de amor.
Para mostrar su amor, Jesús murió por nosotros; para mostrar nuestro amor, nosotros vivimos para Él.

El Más Fuerte

Un día la piedra dijo: “¡Soy la más fuerte!”
Oyendo eso, el hierro dijo: “¡Soy más fuerte que tú! ¿Quieres verlo?”
Entonces, los dos lucharon hasta que la piedra se convirtió en polvo…
El hierro dijo a su vez:
“¡Yo soy el fuerte!”
Oyendo eso, el fuego dijo:
“¡Yo soy más fuerte que tú! ¿Quieres verlo?”
Entonces los dos lucharon hasta que el hierro se derritió.
Resultado de imagen de El Más FuerteEl fuego dijo a su vez:
“¡Yo soy el fuerte!”
Oyendo eso, el agua dijo:
“¡Yo soy más fuerte que tú! ¿Quieres verlo?”
Entonces, los dos lucharon hasta que el fuego se apagó.
El agua dijo a su vez:
“¡Yo soy la fuerte!”
Oyendo eso, la nube dijo:
“¡Yo soy más fuerte que tú! ¿Quieres verlo?”
Entonces, los dos lucharon hasta que la nube vio evaporarse al agua.
La nube dijo a su vez:
“¡Yo soy la fuerte!”
Oyendo eso, el viento dijo:
“¡Yo soy más fuerte que tú! ¿Quieres verlo?”
Entonces los dos lucharon hasta que el viento sopló la nube y ésta se esfumó.
El viento dijo a su vez:
“¡Yo soy el fuerte!”
Oyendo eso, los montes dijeron:
“¡Somos más fuertes que tú! ¿Quieres verlo?”
Entonces, los dos lucharon hasta que el viento quedó preso entre el círculo de montes.
Los montes, a su vez, dijeron:
“¡Somos los fuertes!”
Oyendo eso, el hombre dijo:
“¡Yo soy más fuerte que ustedes! ¿Quieren verlo?”
Entonces, el hombre, dotado de gran inteligencia, perforó los montes impidiendo que atrapasen al viento.
Acabando con el poder de los montes, el hombre dijo:
“¡Yo soy la criatura más fuerte que existe!”
Hasta que vino la muerte, y el hombre que se creía inteligente y lo suficientemente fuerte, con apenas un golpe, se acabó.
La muerte todavía lo festejaba, cuando, sin que lo esperase, vino un hombre y, en apenas tres días de haber muerto, resucitó, venciendo a la muerte y todo poder le fue dado en el cielo, en la tierra y bajo la tierra.
Venciendo a la muerte, ÉL nos dio el derecho a la Vida Eterna a través de su sangre, que libera del pecado, cura las enfermedades y salva el alma del tormento eterno.
Ese hombre es JESÚS, el Hijo de Dios.
¿Conoces algo o alguien que pueda ser más poderoso que ÉL?
“Yo soy la resurrección y la vida. Aquel que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, jamás morirá.” (Juan 11:25-26)