sábado, 28 de enero de 2017

Amor sublime

He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Juan 6:38
Inline image 1Poco antes de la Navidad siguiente a la muerte de su esposo, una amiga nuestra escribió una carta asombrosa en la que describía cómo sería el cielo cuando Jesús nació. Decía: «Fue lo que Dios siempre supo que sucedería. Los tres eran uno, pero habían acordado permitir que su preciosa unidad se fracturara para beneficiarnos a nosotros. El cielo quedó sin Dios el Hijo».
Cuando Jesús estaba en la Tierra, enseñando y sanando, declaró: He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero (Juan 6:38;40).
El nacimiento de Jesús en Belén fue el comienzo de su misión en la Tierra de demostrar el amor de Dios y dar su vida en la cruz para liberarnos de la pena y el poder del pecado.
Esa carta terminaba diciendo: «No puedo dejar de pensar que, por el bien de otros, se vaya el ser a quien amo y con quien éramos uno. Pero Dios lo hizo: se encontró con una casa mucho más vacía que la mía, para que yo pudiera vivir allí con Él para siempre».
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16).
Padre celestial, tu amor hacia nosotros es sublime. Gracias por dar a tu Hijo para salvarnos.

Decisiones que tienes que tomar

No es fácil tomar decisiones, pero la vida es una continua elección y a cada uno nos toca decidir qué hacer con las personas, situaciones y cosas que se nos presentan en la vida. Es muy normal que no queramos fallar ni equivocarnos.
Habrá momentos en que en el proceso lo haremos mejor de lo que esperábamos, pero también habrá momentos difíciles en los que quizás no habremos tomado la mejor decisión, pero aprenderemos de esa experiencia.
Lo que no puedes permitir es que otros decidan por ti aunque tengan las mejores intenciones. Hay asuntos que solo te conciernen y afectan directamente a ti, y aunque es bueno que busques consejos y que escuches lo que te dicen, debes actuar de acuerdo a lo que sientes que es correcto y va alineado hacia los pensamientos de Dios para tu vida.
Hay decisiones que tomarlas nos cuestan lágrimas y hasta nos roban el sueño; pero las cosas hay que enfrentarlas y debemos tener confianza en nosotros mismos. Porque al fin y al cabo a la persona que le afectará la decisión que tomes es a ti o a las personas involucradas, no a las ajenas.

No es en vano

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. 1 Corintios 15:58
Un asesor financiero describe así la realidad de las inversiones dinerarias: «Espera lo mejor y prepárate para lo peor». En casi todas las decisiones de la vida queda la incertidumbre respecto a los resultados. Sin embargo, hay un camino que podemos seguir en el que, al final del cual y sin importar lo que suceda, el esfuerzo no será en vano.
El apóstol Pablo pasó un año con los creyentes de Corinto, una ciudad conocida por su corrupción moral. Cuando se marchó, les mandó una carta donde los exhortaba a no desanimarse ni sentir que su testimonio para Cristo carecía de valor. Les aseguró que el Señor volvería un día y que hasta la muerte sería conquistada (1 Corintios 15:52-55).
Permanecer fieles al Señor puede que sea difícil, desalentador e, incluso, peligroso, pero nunca carece de propósito ni implica tiempo o esfuerzo malgastados. Cuando caminamos con el Señor y damos testimonio de su presencia y poder, ¡nuestra vida no es en vano! Podemos estar totalmente seguros de que es así.

Señor, en los días de incertidumbre, nos aferremos a tu promesa de que nuestro trabajo para ti cumplirá tu propósito y será de enorme valor ante tus ojos.

Nuestra vida y testimonio para Cristo nunca son en vano.

Jehová es mi Pastor

Muchas veces recitamos este salmo (Salmo 23) y muchas otras hasta lo memorizamos, ¿pero realmente podemos decir Jehová es mi Pastor? ¿Lo creemos, lo afirmamos, lo vivimos? o ¿solo lo hemos aprendido desde los inicios del caminar con Cristo y Dios Padre? Es uno de los salmos más leídos y estudiado por las iglesias ya que es un salmo de confianza, pero veamos qué más nos regala Dios en este pequeño trozo de su palabra Santa.
Jehova es mi pastorSalmos 23:1 El Señor es mi pastornada me falta. En realidad es tu pastor si estás siendo obediente a sus mandamientos y estatutos, y estos se engloban en dos: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y amarás a tu prójimo como a ti mismo, como tratamos a nuestra esposa, hijos, padres, hermanos, amigos, vecinos o compañeros de trabajo. Realmente Dios es tu pastor porque, como oveja, eres obediente, humilde, reverente a Dios. Nada te falta, tienes amor, paz, gozo en tu vida, o ¿aún nos falta preparar nuestro corazón para amarlo como Dios nos ama, para ser fieles a Él; como Él es con nosotros?

Me lleva a descansar a prados verdes, y me conduce a manantiales de agua fresca. Dios te da reposo y paz en todo momento porque es parte de su esencia darnos sus bendiciones, que son nuevas cada mañana, todos los días; Él siempre está pensando en que reposes en Él, que dejes tus cargas en sus manos, y dejes que Él te fortalezca, y los prados verdes representan el alimento espiritual que conforta tu alma. Por eso Él te conduce al manantial del río de su Espíritu Santo, para ministrar tu alma, liberarla, transformarla y cambiarla, sanarla y restaurarla.
Él renueva mi almaMe lleva por buenos caminos para mostrarme lo bondadoso que esDios restaura y cambia tu alma para dejar que te acerques a Él, para bendecirte. La palabra de Dios nos enseña que Él aborrece el pecado, por eso es necesario dejar que Él restaure nuestro corazón por completo, que nuestra mente y corazón viciados por los afanes y pecados de este mundo carnal, sean renovados para poder entrar al mundo espiritual de Dios. Por eso Él nos conduce por sus caminos, porque nuestros caminos no son los caminos del Señor, y nosotros debemos aprender a ser llevados por Él por el camino de la vida, honrando su santo nombre para recibir sus bondades; debemos ser agradables a los ojos de Dios y agradarle en todo, que nuestra forma de vida refleje que realmente Jehová es nuestro Pastor.