miércoles, 9 de noviembre de 2016

La envidia

“…No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada…” Proverbios 23:17-18.
Cuando vemos prosperar a los malvados somos propensos a envidiarlos. Cuando oímos el ruido de su júbilo, y nuestro propio espíritu está decaído, hasta llegamos a pensar que ellos se llevan la mejor parte.
Resultado de imagen de La envidiaEsto es insensato y pecaminoso. Si los conociésemos mejor, y especialmente si recordásemos su fin, les tendríamos lástima.
El remedio para la envidia radica en una vida bajo un constante sentido de la presencia divina, adorando a Dios y teniendo comunión con Él a lo largo de todo el día, independientemente de lo largo que parezca. La verdadera comunión con Él levanta al alma a una región más elevada, donde el juicio se torna más claro y los deseos son más elevados. Entre más porción de cielo haya en nuestras vidas, menos porción de la tierra ambicionaremos. El temor de Dios echa fuera la envidia de los hombres.
El golpe mortal para la envidia es una calmada consideración del futuro, en la que la riqueza y la gloria de los impíos son un vano espectáculo. Esa apariencia pomposa destella durante un rato,... y luego se extingue.
¿En dónde estará mejor el próspero pecador por su prosperidad cuando le sobrevenga el juicio? En cuanto al hombre piadoso, su fin es paz y bienaventuranza y nadie podría robarle su gozo; por tanto, el hombre piadoso ha de renunciar a la envidia, y ha de llenarse de dulce contentamiento.

Amor en acción

Nada hagáis por rivalidad o por vanidad; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. Filipenses 2:3
«¿Tiene alguna prenda que le gustaría que le lave?», le pregunté a alguien que nos visitaba en Londres. Se le iluminó el rostro y, cuando se acercó su hija, le dijo: «Trae la ropa sucia. ¡Amy la va a lavar!». Sonreí al ver que mi ofrecimiento había pasado de unas pocas prendas a varios montones.
Más tarde, mientras colgaba la ropa al aire libre, me vino a la mente una frase de mi lectura bíblica matinal: «con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a uno mismo» (Filipenses 2:3). Había estado leyendo la carta de Pablo a los filipenses, en la que los exhorta a vivir a la altura del llamado de Cristo, sirviendo y estando unidos los unos con los otros. Enfrentaban persecución, pero el apóstol quería que tuvieran un mismo sentimiento. Sabía que esa unidad, fruto de su unión con Cristo y expresada en el servicio mutuo, les permitiría mantenerse fuertes en la fe.
Podemos afirmar que amamos a los demás cuando no tenemos, para con ellos, ambiciones egoístas ni vana arrogancia, pero la verdadera condición de nuestro corazón solo se revela cuando ponemos en práctica ese amor. Aunque estuve tentada a quejarme, sabía que, como seguidora de Cristo, mi llamado era a poner en práctica mi amor a mis amigos… con un corazón limpio.

Señor, muéstrame formas de servir a familiares, amigos y vecinos para tu gloria.
La gracia de la unidad resulta del servicio mutuo.

Bienaventurado...

En tiempos de crisis, cuando parece que todo se vuelve en contra, cuando en nuestra sociedad vivimos tiempos difíciles a nivel familiar, económico, de relaciones, de trabajo, en la iglesia y nación, la palabra BIENAVENTURADO sigue existiendo en la palabra de Dios, sin inmutarse ni variar por lo que actualmente estemos viviendo… Bienaventurado... aparece no solo en el Sermón del Monte sino, según algunas concordancias bíblicas, en 27 ocasiones diferentes.
Pero, ¿qué es ser bienaventurado? Es “ser 3 veces dichoso” o “ser 3 veces feliz”. Profundicemos en estas palabras que pueden permitirnos ser más que felices; ser feliz en estos tiempos ya es mucho, y ser 3 veces feliz es el camino hacia una vida plena y abundante de paz y gozo, que solamente puede venir del corazón de un Padre amante que quiere lo mejor para nosotros.


Ser bienaventurado requiere voluntad de superación ante una situación, es una cualidad y experiencia que, combinadas, constituyen el carácter ideal. ¿Queremos ser tres veces felices?, ¿tres veces dichosos? Comencemos por buscar qué tenemos que hacer para encontrar y vivir esa felicidad que Dios quiere darnos durante nuestro paso por esta tierra.


Señor, quiero vivir una vida feliz contigo si es posible, y no solamente ser dichoso, sino triplicar esa dicha, que es el deseo de tu corazón hacia nosotros, igual que como padres deseamos ver a nuestros hijos fuertes, grandes, felices, llenos de vida. Asimismo Tú nos ves y deseas que alcemos esa felicidad que has preparado para nosotros. Quiero ser bienaventurado/a, necesito tu carácter y tus pensamientos en mí para lograrlo, para poder ver no solo el tiempo que estoy viviendo sino ver con los ojos de la fe todo eso que Tú.. sí puedes ver. ¡Amén!


¿Un creyente es capaz de sentir la presencia del Espíritu Santo?

Resultado de imagen de ¿Se supone que un creyente es capaz de sentir la presencia del Espíritu Santo?Aunque ciertos ministerios del Espíritu Santo pueden incluir una “sensación” tal, como la convicción de pecado, o Su consuelo y Su poder, la Escritura no nos enseña a basar nuestra relación con el Espíritu Santo en lo que sintamos. Cada creyente nacido de nuevo tiene al Espíritu Santo morando en él. Jesús nos dijo que cuando el Consolador viniera, Él estaría con nosotros y en nosotros. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:16-17). En otras palabras, Jesús está enviando a Uno como Él Mismo para estar con nosotros y en nosotros. 

Sabemos que el Espíritu Santo está con nosotros porque la Palabra de Dios nos lo dice. Cada creyente nacido de nuevo es habitado por el Espíritu Santo, pero no cada creyente es “controlado” por el Espíritu Santo, y hay una marcada diferencia en ello. Cuando andamos según nuestra carne, no estamos bajo el control del Espíritu Santo aunque sigamos siendo su morada. El apóstol Pablo nos habla sobre esta verdad, y usa una ilustración que nos ayuda a entenderlo. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.” (Efesios 5:18). Mucha gente lee este verso y lo interpreta creyendo que el apóstol Pablo está hablando en contra del vino. Sin embargo, el contexto de este pasaje es sobre el caminar y el luchar del creyente que está lleno del Espíritu. Por lo tanto, hay algo más aquí que solo una advertencia acerca de tomar mucho vino.

Cuando la gente está embriagada con mucho vino, exhibe ciertas características; se tambalea, su hablar se entorpece y su juicio se daña. El apóstol Pablo establece aquí una comparación. Así como hay ciertas características que nos permiten percibir que alguien está controlado por la embriaguez del vino, también hay ciertas características que nos permiten ver que alguien está siendo controlado por el Espíritu Santo. Leemos en Gálatas 5:22-24 acerca del “fruto” del Espíritu. Este es Su fruto, y es mostrado por los creyentes nacidos de nuevo que caminan bajo el control del Espíritu.