sábado, 10 de enero de 2015

El lunes empiezo

Ya han pasado varios días de Enero, y ni siquiera has empezado con los propósitos que te planteaste a fin de año. “El lunes empiezo” es una frase muy común, sobre todo cuando se trata de postergar algo que requiere esfuerzo, cambio de actitud o hábitos; siempre surgirá alguna excusa para dejarlo para un día más tarde. Sin embargo, cada día que pasa es una oportunidad que Dios te da para empezar de nuevo. No importa en qué día de la semana, o del mes te encuentres, no tienes que esperar hasta mañana o hasta el lunes, sino empezar hoy, ¡ya!.
Retoma tu meta, ya que aunque no sea fácil lo que te propones, es importante ponerte en acción y contar con la dirección de Dios para alcanzar la meta final. Por ello, ahí te van tres pasos a seguir que te facilitarán llegar a tus metas, logrando lo que persigues.
Primero, TU META debe ser ESPECÍFICA
Es importante avanzar y crecer en las diferentes áreas de nuestra vida, por lo que puedes empezar por fijar 1 ó 2 metas en algún área, ya sea en lo familiar, espiritual, laboral y/o personal. Es muy importante que sea concreta y no de tu vida en general. Por ejemplo, y este es muy común en las mujeres, cuidar la salud física, hacer dietas y ejercicio.
En este caso lo específico sería: ¿Cuál es el peso que quieres conseguir? Otro ejemplo pudiera ser ¿Cuánto dinero debes ahorrar para comprar algo que te gusta? También vale servir a los demás en alguna institución de beneficencia, o tal vez tu meta sea retomar algo que dejaste en el camino, y que sabes que nunca es tarde para empezar de nuevo. Cualquiera que sea tu objetivo, es importante que sea específico.
Segundo, TU META debe ser MEDIBLE
Como sabemos, una meta es un destino, algo que deseas tener o lograr. Es como una guía que dirige tus pasos hacia aquello que quieres para tu vida. Por eso las metas deben tener un plazo realista, debes decidir cuáles puedes lograr en un período más corto, y a las que darás menor prioridad. Es decir, establecerlos como objetivos a corto, medio y largo plazo para facilitar que sean más alcanzables, y así, al término de unos días, meses o años habrás medido si lo cumpliste o no.
TU META debe ser ALCANZABLE
Dividir tus metas en pequeños pasos ayuda muchísimo, pero de nada servirá si los objetivos no los puedes cumplir. Por ello, establece metas que estén dentro de tus posibilidades, así evitarás la frustración de quedarte en el camino y refuerzas tu capacidad para conseguirlas.
Cuanto más claras y precisas tengas tus metas, más eficazmente pondrás los medios para alcanzarlas. Establece, entonces, tus metas por escrito que deben ser específicas, medibles y alcanzables.
Por último ora para que Dios te ayude a cumplir tus objetivos, así como para tener el valor para retomar aquello importante que has dejado en el camino y que quieres alcanzar.

Cada Segundo Cuenta

Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán. Los hijos de tus siervos habitarán seguros, y su descendencia será establecida delante de ti. Salmo 102:27-28.
El mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1 Juan 2:17.
"Cada segundo cuenta". Este eslogan es propio de nuestra época, en la cual cada uno quiere vivir intensamente su vida. No debe perderse ni un segundo. Una sociedad de transportes urgentes tomó como lema: "Los dueños del tiempo". Pero el único dueño del tiempo es Dios, quien no cambia y es eternamente el mismo. Él creó todo y en particular el tiempo. Jesús dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy(Juan 8:58). Está por encima del tiempo.
En cuanto a nosotros, ¿cómo llegar a ser libres de la esclavitud del tiempo? ¿Cómo ser liberados de este frenesí que es vivir cada vez más rápidamente? Ante todo, volvamos la vista hacia atrás, hacia aquel que es el Señor del tiempo: Jesucristo. Él venció a la muerte y vive para siempre. Y por la fe en Él recibimos la vida eterna.

Expediente borrado

Su esposa se lo había dicho antes de salir de casa: “Aquel no iba a ser un buen día”.
Un extraño presentimiento le rondaba por la cabeza desde hacía semanas. Su esposo convivía con el peligro y la muerte, esa era moneda corriente en la desperdiciada vida de su amado; cualquier día podía ser el último que lo viera con vida. Pero esta vez era distinto. Ella sentía un helado presagio, una nefasta premonición, y la llamada telefónica le quitó cualquier atisbo de duda.
-¿Señora de López?
-Al habla.
-Le hablo del departamento de policía de la ciudad. Lamentamos comunicarle que su esposo, Héctor López, fue detenido esta mañana, mientras intentaba robar el Banco Central, -el hombre continuó sin pausa-. Usted sabe cómo funcionan las leyes en nuestro país, que por ser reincidente, no tiene derecho a apelar ni a un juicio normal. Será condenado esta misma tarde.
La mujer dejó caer el teléfono, mientras un escalofrío la recorría entera, mientras sentía que sus pies ya no la sostenían.
“No debiste casarte con él, nunca fue un buen hombre”, le había pronosticado su madre, y hoy pagaba la factura de una mala elección y de desoír el consejo materno. Pero que fuera un delincuente no disminuía el amor que sentía por él. Hubiese preferido un abogado, un ingeniero o un albañil, pero no tuvo esa fortuna. Su esposo era un ladrón y el gobierno lo acababa de apresar.
No le asustaba que fuese privado de libertad ya que había pasado por esa situación antes. Lo dramático era que esta vez no habría misericordia del juez, la sentencia era inapelable.
“Solicito todo el rigor de la ley, aplicando la pena de muerte inmediata”, pediría el fiscal a un tribunal con sed de justicia. Definitivamente, ese no iba a ser un buen día, pensó la mujer una y otra vez. No debió haberse levantado de la cama.

El poder de la humildad

La humildad siempre ha sido asociada a lo poco, lo malo, lo sucio. Cuando tocan a tu puerta y es alguien pobre, regularmente sí, suele ser una persona humilde; pero cuando sales, te das cuenta que era alguien sucio y puede que mal educado, pero que de humilde parece no tener nada. Casi siempre definimos la humildad de manera equivocada. La mayoría de la gente la asocia a cosas malas como la pobreza y la suciedad. Pero, si la humildad es buena, ¿por qué va a traerte cosas malas? Es una incongruencia porque la humildad trae cosas buenas a la vida de las personas.
Tal pareciera ser que en la realidad, la humildad no trajera nada bueno. Habitualmente se cree que el rico es orgulloso y el pobre humilde, pero no tiene por qué ser así. Dios no manda el mal a la gente ni escoge al azar quién va a estar bien y quién no. Él nos quiere a todos igual y desea que estemos bien. Y muchas de nuestras oraciones no han sido respondidas porque no tenemos humildad en el corazón. Pero la Palabra de Dios en Proverbios 22:4 dice: Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.
Entendámoslo, hay regalos y hay recompensas de Dios. Este versículo se refiere a las recompensas. Al decir vida, no se refiere a la que recibes biológicamente, está hablando de la buena calidad de vida espiritual, recompensa para las personas que tienen respeto y temor al Señor. Es decir, si el motivo por el cual haces las cosas es cumplir, honrar y obedecer a Dios con actitud de humildad, obtendrás riquezas, honra, y vida.
La humildad tiene que ver con cosas buenas, no con cosas malas. Riquezas, honor y vida son una recompensa al humilde. Debemos averiguar y pedirle a Dios que nos enseñe cómo ser humildes.
Pide a Dios un corazón humilde para saber llevar todo el honor y la calidad de vida que te quiera dar.

Cristiano, tú eres perdonado

En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia. Efesios 1.7
Cuando Dios te perdona pero tú te niegas a perdonarte a ti mismo, estás desdeñando Su gracia y resignándote a estar abatido. Dicho comportamiento tiene varias consecuencias:
1) Repercutirá en la vida de tus seres amados. Tu decisión no te concierne a ti solo; considera que cuando te regodeas en el remordimiento, tiendes a hacerte más crítico e introvertido, menos abierto y afectivo. En consecuencia, tu cónyuge, tus hijos, tus padres, tus colegas, tus amigos, incluso tus mascotas sufren las consecuencias.
esposas y llaves2) Repercutirá en tu salud. El estado de la mente repercute en el cuerpo. Aseguran los médicos, que la amargura genera unas sustancias químicas que afectan a los órganos vitales, incrementan el ritmo cardíaco, elevan la tensión arterial, alteran la digestión, tensan los músculos, aumentan el colesterol de la sangre y reducen la capacidad de razonar con claridad. Cada vez que vuelves a rememorar el pasado, los sentimientos negativos desprenden esos químicos corrosivos. La ciencia ha confirmado lo que Dios dijo; es decir, que los que no se perdonan a sí mismos y a los demás, están más propensos a infartos, depresión, hipertensión y otras enfermedades serias.
3) Repercutirá en tu futuro. Dice la Biblia: “Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades y echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:19). No desentierres lo que Dios ya ha enterrado. Mira hacia adelante, si no quieres quedar anegado en tu propio lodo. La Biblia afirma: “Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento” (Efesios 1:7-8 NTV). Con el perdón de Dios viene la sabiduría y el entendimiento no solo para superar el pasado, sino también para salir fortalecido gracias a sus experiencias.
“BENDICE… AL SEÑOR QUIEN PERDONA TODAS TUS MALDADES…” (Salmo 103:2-3)