viernes, 7 de agosto de 2020

¿Qué estás buscando?

Lectura: Mateo 6:24-34

Saber qué estamos buscando es fundamental para saber dónde está puesta nuestra mirada y cuál es nuestro objetivo. Pocas veces hacemos un alto en el camino para preguntarnos cuál es el destino que escogimos para nuestra vida, qué la mueve y hacia dónde se dirige. Esto es un ejercicio sano para validar nuestras prioridades y entender si debemos realizar un ajuste en las mismas.
Mark Twain: Los dos días más importantes de tu vida… | esfelicidadYa entrados en materia, en los textos de la lectura se ven dos tipos de búsquedas que están en oposición: Lo terrenal contra lo eterno; lo vano contra lo significativo; lo efímero contra lo permanente.
En diversos textos de la Biblia se hace esta comparación de búsquedas y sus implicaciones. Por ejemplo, recordamos cuando Esaú vendió su primogenitura por un plato de lentejas para saciar su hambre temporal (banalidad). También podemos leer en los Salmos, constantes frases como “no cae”, “permanece”, “para siempre” o “largos días”, como elementos descriptivos de las bendiciones brindadas a las personas que tienen una búsqueda constante de Dios; claramente, en contraposición con las bendiciones efímeras y vanas que tienen las personas que no lo hacen.
En este texto en concreto, Jesús ahonda en este concepto, explicándonos que no podemos tener las dos búsquedas; es decir, no podemos buscar lo eterno y lo terrenal al mismo tiempo. Esto no implica que no podamos trabajar o querer tener posesiones materiales; sino que nuestro enfoque y motivación principal en la vida debe ser buscar a Dios con todo nuestro corazón.
De hecho, en el texto posterior, Jesús aclara que Dios sabe de qué tenemos necesidad y conoce qué nos hace falta. Él asegura que Dios no solo lo sabe, sino que está dispuesto a darnos lo que necesitamos si lo buscamos a Él por encima de todo.
Este texto también nos habla de dos temas más en los que debemos profundizar, para entender por qué debemos buscar lo eterno en lugar de lo efímero: la gratitud y la grandeza de Dios.
El texto nos habla de gratitud, porque a veces estamos tan afanados en nuestra vida diaria que olvidamos los fundamentos de la vida en sí misma. Tenemos un cuerpo maravilloso que Dios nos dio y una vida que es un milagro de la creación. ¿Cuántas veces nos vemos en el espejo y entendemos que lo que estamos viendo es un milagro de Dios? ¿Cuántas veces admiramos la vida y agradecemos a Dios por ella? ¿Cuántas veces se levanta nuestro corazón en adoración al admirar la grandeza de Dios al crearnos?
Y respecto a la grandeza de Dios, nuestro Señor nos invita a admirar el comportamiento de la naturaleza y encontrar en esta, la confianza de tener a un Dios soberano, sabio y bueno, que puede ocuparse perfectamente de nuestras necesidades y anhelos.
Esto se convierte en un ciclo constante: Ver la grandeza de Dios nos produce gratitud y la gratitud nos produce confianza. Esta es la clave para no estar preocupados ni ansiosos.
Finalizando el texto, Jesús nos invita a buscar primero (con lo mejor de nuestro ser) el Reino de Dios y su justicia. Esto no es otra cosa que buscar su presencia, su palabra, su rostro, su adoración, su servicio a los demás; poner nuestros dones y talentos al servicio de Dios y del prójimo; tener compasión y misericordia del otro, y actuar en consecuencia.
Por último, hagamos una comparación entre las cosas efímeras y las eternas que plantea el texto, para que definamos en qué lado de la balanza queremos estar:
1.     Riquezas terrenales contra servicio a Dios
2.     Comida contra admiración por la vida
3.     Vestido contra admiración por el cuerpo
4.     El día de mañana contra vivir cada día con confianza en Dios

Aclarando nuevamente, que Jesús no nos está invitando a vivir una vida sin planearla al decir que no pensemos en el día de mañana, o una vida en pobreza al decir que no busquemos las riquezas, la comida o el vestido. Recordemos que en la escritura se enseña que debemos tener buena planificación y sabiduría para hacer las cosas, y trabajar con honestidad y esfuerzo para ganar nuestro dinero.
No es aquel el sentido de la enseñanza. En su lugar, Jesús nos quiere invitar a que nuestra motivación central en la vida, y la búsqueda por la que entregamos todo nuestro corazón y esfuerzo, sea el Reino de Dios y su justicia; pues si hacemos esto, Dios se encargará de las necesidades y anhelos terrenales que tengamos, y nos abrirá puertas de bendición como lo hace con la naturaleza. 

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