jueves, 11 de junio de 2020

Cómo debe ser la comunidad de los cristianos

Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:24-25)
Estamos llamados a vivir nuestra fe en comunidad, porque Cristo nos prometió que se hallaría en medio de los que se reúnen a orar. Y en comunidad tenemos que dejar de lado toda división y buscar lo que nos une, que es la fe. Incluso compartiendo los bienes materiales, pero principalmente en la exhortación y la meditación de la Palabra de Dios. El Espíritu Santo nos guiará y nos dará la fuerza para vivir unidos en amor.

I. Crecemos espiritualmente en comunidad (verso 24)

Mensajes Cristianos y Predicas Cristianas
a. La vida espiritual en soledad es muy difícil de sostener, porque somos seres que necesitan de los demás para desarrollarnos y progresar. Por eso Dios quiso que la vida de la fe fuera vivida en comunidad, aprovechando juntos los dones de todos. Tenemos que estimular al prójimo a ser mejor cristiano, y el hermano nos dará a su tiempo la palabra justa (verso 24).
b. No todos tenemos los mismos dones, así como tampoco todos tenemos los mismos defectos. Si vivimos en comunidad y estamos unidos por la fe, podremos aprovechar los dones de cada uno y los demás nos ayudarán con nuestros defectos. Porque la unión no viene simplemente de la voluntad humana, sino del Espíritu Santo que nos congrega (Romanos 12:4-5).
c. Tenemos la promesa de que cuando estamos unidos como hermanos en la fe y nos congregamos, Cristo estará en medio de nosotros. Por eso es muy importante congregarnos y orar en armonía, porque de esta manera tendremos la seguridad de que el poder de Jesús nos acompañará en nuestras tribulaciones y en nuestra alegría. Nuestra oración hacia el Padre será elevada unida a la de Cristo, que la hará agradable y sin mancha (Mateo 18:20).
d. No debe haber rivalidad ni enfrentamiento entre los cristianos. La fe que compartimos nos debe hacer amar al hermano, que es otro hijo de Dios que va hacia el cielo como nosotros. Jesús nos enseñó que el amor debe ser el vínculo más fuerte que debemos cultivar, para ser perfectos como el Padre es perfecto. Así como amamos a los hermanos de la carne, el vínculo con los hermanos en la fe debe ser más fuerte, porque el motivo de la unión es Dios mismo (1 Pedro 3:8).
II. Nuestra meta es llegar juntos al cielo (Hebreos 10:25)
a. Si pertenecemos a Cristo por el bautismo, somos herederos de la promesa hecha a Abraham. Somos herederos del cielo a través de Jesús, quien se entregó por nosotros para abrirnos las puertas de su morada. Esta unión en la promesa se vive en comunidad, buscando llegar la mayor cantidad posible a la salvación. Por esto debemos esforzarnos en vivir en armonía, no atendiendo a las diferencias sino a la unión por la fe (Gálatas 3:28-29).
b. Lo que nos debe unir es la obra de Dios. La oración, la exhortación de la Palabra, los bienes espirituales, todo lo debemos compartir; porque si oramos juntos, recibiremos mayores gracias de Dios. La comunión con los hermanos hará de nosotros mejores cristianos, porque toda la comunidad estará preocupada por nuestro progreso espiritual (Hechos 2:42).
c. Incluso con los bienes materiales debemos colaborar con la comunidad. Así vivían los primeros cristianos, poniendo todo en común para el provecho de todos los hermanos, empezando por los necesitados. De esta manera demostraban que lo material es solo un medio para lograr el tesoro en el cielo por medio de la caridad (Hechos 4:32).
Todo esto lo vivían las primeras comunidades porque estaban unidas por el amor. El amor en Cristo es el vínculo perfecto que une familias, amistades, y a la comunidad de los cristianos. Todo vínculo humano, mediante el amor en la fe, se vuelve sobrenatural y se perfecciona. Practiquemos esto con frecuencia, para lograr llegar juntos como comunidad al cielo que Cristo nos preparó.

Conclusión

Como comunidad podemos crecer espiritualmente de mejor manera que individualmente. Porque en el vínculo fraternal de la fe, el que está en medio de nosotros es Cristo mismo.
Pero tenemos que vivir en armonía, buscando el provecho espiritual de todos. No fijándonos en los defectos, sino ayudando a que la Palabra fructifique en cada uno con poder. Si lo que nos une es la Palabra de Dios, tendremos un mismo sentir y un vínculo perfecto (1 Corintios 1:10).
No tiene que haber división entre los cristianos, porque lo que nos une no es algo humano sino divino. Es Jesús el que está en medio de nosotros, guiándonos hacia el cielo que nos prometió. El Espíritu Santo borra toda división, y con sus dones nos hace pacientes y amables con los hermanos. Pidamos este Espíritu con fervor, para que unidos en su amor lleguemos todos a gozar de la unión eterna con Dios (1 Corintios 12:13).

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