David traía alimentos a sus hermanos al frente de batalla cuando vio a Goliat. No pensaba en convertirse en un héroe, simplemente tomó la oportunidad con la que otros soldados solo soñaban.
Las oportunidades nos pillarán por sorpresa y, si no estamos alerta y preparados, las dejaremos pasar. Lo que los demás descubrieron por David aquel día, había estado allí todo el tiempo.
Si somos líderes, ya poseemos el talento necesario para dirigir. Pero el valor es lo que nos establecerá como líderes frente a los demás. Y la gente que más veneramos demuestra el valor en el frente de batalla, en la reunión de la Junta, para defender a los indefensos o simplemente para intentar lo que nadie más pensó posible.
Podríamos decir: “¡Pero yo no tengo el dinero! No nos preocupemos: el capital sigue al valor. El “qué” siempre precede al “cómo”. No nos dejemos intimidar por los números. Dios no es movido por hojas de cálculo ni por condiciones del mercado… es movido por la fe.
Ya hemos llegado a lo crucial: no dejemos que el “cómo” nos intimide. El “cómo” es muy desafiante, y por eso nos provee siempre de alguna oportunidad. Si el camino al éxito estuviese bien alumbrado, ya estaría abarrotado. Si el “cómo” no fuese un problema, algún otro ya lo hubiera resuelto.
Todo progreso comienza con una pregunta: “¿Qué necesita ser hecho?” Y alguien necesita hacer esa pregunta… ¿y por qué no nosotros?
El futuro le pertenece a aquellos que tienen el valor de hacer esa pregunta y la fe para perseverar hasta descubrir la respuesta. Cuando los obstáculos se vean demasiado grandes y la oposición demasiado fuerte, parémonos firmes en esta Escritura: “No temamos ni desmayemos… porque hay un poder mayor en nosotros que en él”.
Pensamiento que nos llena de entusiasmo y santa expectativa, por lo que Dios quiere y puede hacer a través de cada uno de nosotros, si tan solo nos ponemos en Sus manos.
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