Ante todo, podemos decir que
no hay, y no ha habido, ninguna otra literatura que haya tenido tanto uso en un
tiempo tan largo, como los salmos del A. Testamento.
Los salmos y su uso en el culto tuvieron una influencia
preponderante en Israel. La sociología nos muestra que cada sociedad crea su
propio mundo (su mundo de valores, modas y costumbres). En Israel fue
practicando el culto como se iba formando su mundo de creencias y valores, y
los salmos fueron el instrumento principal como “hacedor de su mundo”. Su
carácter poético es muy importante.
Dios usa los salmos precisamente en el culto, el tiempo en que los creyentes adoran a Dios.
Dios usa los salmos precisamente en el culto, el tiempo en que los creyentes adoran a Dios.
Sin el culto, es
decir, sin una comunidad que en él procesa activamente las verdades de los Salmos, éstos quedarían como una literatura inerte. Es en el culto donde el
creyente experimenta la convicción, la enseñanza y el poder de Dios en su
propia vida.
El culto es un don de
Dios por el cual el poder creativo de Dios nos alcanza. La obra de “convertir
el mundo de uno” en la obra dramática de adoración está autorizada y legitimada
por el poder de Dios, y es procesada por medio de la acción y habla humanas; acciones
obedientes, intencionadas, disciplinadas. Estas acciones y habla humanas
moldean y articulan el mundo.
Gracias Señor,
porque en tu palabra me aseguras que quien habita a tu abrigo será acogido en
tu sombra.
Hoy te digo, Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.
Sólo Tú puedes librarme de las trampas del cazador y de las mortíferas plagas, pues me cubrirás con tus plumas y bajo tus alas hallaré refugio. ¡Tu verdad será mi escudo y mi baluarte! No temeré el terror de la noche, ni la flecha que vuele de día, ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.
Podrán caer mil a mi izquierda y diez mil a mi derecha, pero a mí no me afectará. No tendré más que abrir bien los ojos, para ver a los incrédulos recibir su merecido.
Te he puesto a ti Señor como mi refugio, a ti mi Dios como mi protección, ningún mal habrá de sobrevenirme, ninguna calamidad llegará a mi hogar. Porque Tú ordenarás que tus ángeles me cuiden en todos mis caminos. Con sus propias manos me levantarán para no tropezar con piedra alguna. Aplastaré al león y a la víbora; ¡hollaré fieras y serpientes!
Tú Señor, me librarás, porque me has unido a ti; me protegerás, porque he reconocido tu nombre. Te invocaré Señor, y me responderás; Tú el eterno, estarás conmigo en momentos de angustia y me has prometido que me librarás y me llenarás de honores. Me colmarás con muchos años de vida y me harás gozar de mi salvación.
Lo creo con todo mi corazón: Amén.
Hoy te digo, Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.
Sólo Tú puedes librarme de las trampas del cazador y de las mortíferas plagas, pues me cubrirás con tus plumas y bajo tus alas hallaré refugio. ¡Tu verdad será mi escudo y mi baluarte! No temeré el terror de la noche, ni la flecha que vuele de día, ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.
Podrán caer mil a mi izquierda y diez mil a mi derecha, pero a mí no me afectará. No tendré más que abrir bien los ojos, para ver a los incrédulos recibir su merecido.
Te he puesto a ti Señor como mi refugio, a ti mi Dios como mi protección, ningún mal habrá de sobrevenirme, ninguna calamidad llegará a mi hogar. Porque Tú ordenarás que tus ángeles me cuiden en todos mis caminos. Con sus propias manos me levantarán para no tropezar con piedra alguna. Aplastaré al león y a la víbora; ¡hollaré fieras y serpientes!
Tú Señor, me librarás, porque me has unido a ti; me protegerás, porque he reconocido tu nombre. Te invocaré Señor, y me responderás; Tú el eterno, estarás conmigo en momentos de angustia y me has prometido que me librarás y me llenarás de honores. Me colmarás con muchos años de vida y me harás gozar de mi salvación.
Lo creo con todo mi corazón: Amén.
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