martes, 15 de octubre de 2019

Las Cosas Irreemplazables de la Vida

Resultado de imagen de Las Cosas Irremplazables de la VidaHoy meditaba en las cosas reemplazables e irreemplazables de la vida. Pasamos la vida y a veces valoramos estas cosas después de que haya pasado un largo tiempo de nuestras vidas. Pero hay cosas demasiado importantes como para ser ignoradas. Hay que prestarles atención, porque, a veces por ejemplo, muchas personas en su lecho de muerte se lamentan del tiempo y las personas que perdieron, pues no supieron poner en primer lugar las cosas verdaderamente irreemplazables.
Podemos sustituir un par de zapatos, una casa casi destruida, la ropa, la vajilla, un coche y muchas cosas materiales. Aunque en el momento parezcan unas pérdidas muy grandes, con el tiempo todas ellas se pueden sustituir por otras nuevas, mejores o que funcionen.
No puedes reemplazar tu salud, porque una vez que se pierde es difícil recuperarla. Tampoco logras recuperar el tiempo que perdiste en cosas que no valían la pena; pero sí puedes intentar ser mejor en el presente y en el futuro, aunque no puedas rescatar el pasado perdido. Rara vez se te presentan las mismas oportunidades dos veces, por eso tienes que saber cuándo es el momento en el que debes tomar la llave de esa oportunidad, pues nunca sabes cuando volverá a aparecer una nueva.
Es irreemplazable el tiempo que pasas con tu familia o con la gente que amas. No se sustituye a un buen amigo o amiga. Tampoco a un hijo, un padre o una madre, un buen esposo o esposa. Si los pierdes, sientes una pérdida muy grande dentro de ti. Esa palabra oportuna que recibiste cuando más la necesitabas o que dijiste cuando alguien te necesitó. El corazón y la forma en que sentimos. Pero más grandioso aún, algo que nunca se podrá cambiar por nada de este mundo, el dulce y sublime amor de nuestro Padre celestial. Que su presencia nos acompañe y la podamos sentir en nuestras vidas aún en los momentos más adversos, es un sentimiento indescriptible y único, nada puede reemplazarlo. Ni siquiera la alegría que te ocasiona compartir o saber que has tenido éxito en algo. O el perdón que ofreciste de corazón o que experimentaste cuando conociste al Señor.
No quiero sustituir ni sacar de mi vida las cosas y las personas que merecen ser irreemplazables, aunque por lo general, las cosas que nos parecen insustituibles son aquellas que realmente nos importan. Mas la vida que Dios nos regala es única, aunque tengamos que pasar por momentos agridulces. 
El amor es tan vital y necesario, que no podemos decir que hemos vivido la vida si no lo experimentamos en nuestros corazones. Pero lo más importante es que debemos dedicar más tiempo a aquellas cosas y personas que merecen la pena, por el valor que tienen para nosotros; e invertir menos vida y menos atención en aquello que nos estorba y que nos resta tiempo para compartir, disfrutar y ser felices.

No cambies lo que vale en tu vida por algo irreal, fantasioso, que no existe o que no vale la pena. No vaya a pasar como dice el refrán: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.

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