viernes, 16 de agosto de 2019

Declaración de confianza

Aquel día me sentía realmente pesaroso, afligido en grado sumo, sin confianza alguna; sentía que estaba siendo asaltado por múltiples enemigos, me sentía completamente solo, con un miedo atroz y únicamente tenía ganas de llorar, cuando hablé con mi pastor de la congregación a la que asisto asiduamente; allí me bauticé, y éste me dijo: sé cómo te sientes, te aconsejo que leas el Salmo 31 de la Biblia y verás cómo estás mejor después. 

Así lo hice, y aquel día aprendí. Aquel día comencé a aprender a depositar mi absoluta confianza en Dios. Cuando las cosas terrenales nos vienen mal dadas confiemos en Dios. Porque Él nunca abandona a sus siervos, nunca lo hace con sus hijos. En definitiva, nunca olvida o desampara a los que le quieren. 
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Aquel día comencé a comprender que no somos nosotros quienes elegimos a Dios sino que es Él quien nos elige. Nosotros le buscamos, sí, pero es Él quién nos distingue con su gracia y su Espíritu. Aún no sabía el alcance global de esto, ahora sí. 
Aquel día comencé a darme cuenta de que mi vida iba a cambiar al estar Él conmigo y yo en Él. 

Ahora considero que aquel día debía haber pensado, como lo hago en la actualidad, que yo estaba siendo elegido por Él. Gracias al Señor, muchas gracias de corazón, por eso, y gracias a mi pastor, también, por haberme enseñado el camino. ¿Y qué pasa ahora? Que me siento realmente feliz por ello. Me siento realmente afortunado al disfrutar del privilegio de tener a Dios en mi vida. Siento que lo amo y que tengo toda mi confianza depositada en Él. Siento que es mi roca y mi coraza eternas que no pueden ser nunca, de ninguna manera, asaltadas por mis enemigos. No sabemos hasta qué punto llega la grandeza de Dios.

M.G.L.

 Éste salmo 31 versa así:

Declaración de confianza
Al músico principal. Salmo de David

31 En ti, Jehová, he confiado;
no sea yo confundido jamás.
¡Líbrame en tu justicia!
Inclina a mí tu oído,
líbrame pronto.
¡Sé tú mi roca fuerte
y la fortaleza para salvarme!
Tú eres mi roca y mi castillo;
por tu nombre me guiarás y me encaminarás.
¡Sácame de la red que me han tendido,
pues tú eres mi refugio!
En tu mano encomiendo mi espíritu;
tú me has redimido, Jehová, Dios de verdad.
Aborrezco a los que esperan en ídolos vanos;
mas yo en Jehová he esperado.
Me gozaré y alegraré en tu misericordia,
porque has visto mi aflicción,
has conocido las angustias de mi alma.
No me entregaste en manos del enemigo;
pusiste mis pies en lugar espacioso.
Ten misericordia de mí, Jehová, porque estoy en angustia;
se han consumido de tristeza mis ojos,
también mi alma y mi cuerpo.
10 Mi vida se va gastando de dolor
y mis años de suspirar;
¡se agotan mis fuerzas a causa de mi maldad
y mis huesos se consumen!
11 De todos mis enemigos soy objeto de oprobio,
y de mis vecinos mucho más;
soy el horror de mis conocidos.
¡Los que me ven afuera huyen de mí!
12 He sido olvidado de su corazón como un muerto;
he llegado a ser como un vaso quebrado.
13 Oigo la calumnia de muchos;
el miedo me asalta por todas partes,
mientras conspiran juntos contra mí
e idean quitarme la vida.
14 Mas yo en ti, Jehová, confío;
digo: «¡Tú eres mi Dios.
15 En tu mano están mis tiempos!»
Líbrame de manos de mis enemigos y de mis perseguidores.
16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
¡sálvame por tu misericordia!
17 No sea yo avergonzado, Jehová,
ya que te he invocado;
¡sean avergonzados los impíos,
estén mudos en el seol!
18 Enmudezcan los labios mentirosos,
que hablan contra el justo cosas duras
con soberbia y menosprecio.
19 ¡Cuán grande es tu bondad,
que has guardado para los que te temen,
que has mostrado a los que esperan en ti,
delante de los hijos de los hombres!
20 En lo secreto de tu presencia los esconderás
de la conspiración del hombre;
los pondrás en tu Tabernáculo a cubierto
de lenguas contenciosas.
21 Bendito sea Jehová,
porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo
en ciudad fortificada.
22 Decía yo en mi apuro:
«Excluido soy de delante de tus ojos»;
pero tú oíste la voz de mis ruegos
cuando a ti clamé.
23 Amad a Jehová, todos vosotros sus santos;
a los fieles guarda Jehová
y retribuye con creces al que procede con soberbia.
24 Esforzaos todos vosotros, los que esperáis en Jehová,
y tome aliento vuestro corazón.

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