Juan 3:1-10. Jesús y Nicodemo
Nicodemo era una persona muy importante en la sociedad judía. Era fariseo, es decir, formaba parte de la secta más radical de la religión judía, con mucho conocimiento de la ley de Moisés y de la tradición de los ancianos. En su mayoría eran hombres de negocios y además, tenían un gran poder de decisión en el sanedrín.
Era principal entre los judíos y formaba parte del sanedrín, asamblea formada por los principales hombres sabios de la nación judía.
También era maestro en Israel: Enseñaba la ley a otros, y para eso tenía que conocerla perfectamente. Pero a pesar de sus títulos y su posición social, Jesús confrontó a Nicodemo con una verdad espiritual (Juan 3:2-3 y 7): ¡Te es necesario nacer de nuevo!
Esto era algo impactante espiritualmente para alguien como Nicodemo, pues por ser fariseo, principal entre los judíos y maestro, él pensaba que ya era parte del Reino de Dios; pero Jesús le dejó bien claro que tenía que nacer de nuevo espiritualmente para poder ver el Reino de Dios.
Jesús también le hizo una pregunta impactante a Nicodemo para hacerlo reaccionar (versículo 10) ¿eres tú maestro de Israel y no sabes esto? Esta pregunta confrontaba a Nicodemo con toda su enseñanza, su doctrina, las tradiciones, etc.
Pero Jesús también le dio a Nicodemo la respuesta a su pregunta de ¿cómo alguien puede nacer de nuevo siendo viejo? Y su respuesta resumió todo el evangelio en un solo versículo (Juan 3:16) De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Ahora traslademos la vida de Nicodemo a la Iglesia en la actualidad:
Muchas personas en las iglesias tienen títulos, tienen privilegios, posiciones, les llamamos hermanos en Cristo, les llamamos maestros, ujieres, diáconos, servidores, maestros, pastores, apóstoles, etc., pero al igual que Nicodemo ¡NO HAN NACIDO DE NUEVO!
Quizá tenemos títulos, posiciones y privilegios y llevamos muchos años llamándonos cristianos, pero nuestra vida no refleja el nuevo nacimiento, nuestra vida no muestra la señal de un cristiano verdadero: LOS FRUTOS. Así que por sus frutos los conoceréis. Mateo 7;20
I. QUIZÁS, AL IGUAL QUE NICODEMO, VENIMOS A JESÚS OCULTOS, O SEA, SOMOS CRISTIANOS EN LA IGLESIA, PERO NOS AVERGÜENZA CONFESAR A CRISTO FRENTE A LOS DEMÁS (Lucas 9:26)
Es triste como muchas personas se avergüenzan de ser cristianos, tienen temor de ser reconocidos por los hombres como hijos de Dios, no quieren ser criticados, no quieren recibir burlas, no están dispuestos a padecer por causa de Cristo.
Una persona que no ha nacido de nuevo no estará dispuesta a padecer aflicción por causa del Señor, pero una persona que ha nacido de nuevo, que reconoce el sacrificio que Cristo hizo para salvarlo, estará dispuesta a padecer por causa del nombre de Cristo (Hechos 5:40-42)
II. TENEMOS QUE HACER CON SINCERIDAD Y HONESTIDAD UN EXAMEN EN NUESTRA PROPIA VIDA (2 Corintios 13:5)
¿Seremos nosotros unos Nicodemos en la iglesia de Cristo? ¿Será que tenemos títulos, posiciones, cargos y privilegios, pero NO tenemos a Cristo en nuestro corazón?
¿Puede ser esto posible? Definitivamente sí, pues recordemos que los títulos, cargos y los privilegios son dados por los hombres, pero la salvación únicamente por nuestro Dios por medio de la fe en Cristo.
Conclusión
Examinémonos a nosotros mismos, ¿he nacido de nuevo?, ¿verdaderamente he recibido a Cristo como Señor y salvador de mi vida? ¿Tengo la seguridad de mi salvación? Si la respuesta a estas preguntas es NO, entonces NOS ES NECESARIO NACER DE NUEVO ¿Cómo? RECIBIENDO A CRISTO COMO SALVADOR HOY MISMO.
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