viernes, 18 de enero de 2019

Diligencia y negligencia

Diligencia y Negligencia, tan solo unas letras hacen kilómetros la diferencia.
La viejecita salió con aquella nota poco legible del galeno, quien le dijo: si usted señora, va a otro colega especialista, aquí le doy esta referencia. En ese momento recibió una llamada telefónica al móvil, y el médico le extendió el papel, le sonrió y le mostró la puerta.
Imagen relacionadaLa anciana sonriendo, le estrechó la mano y le contestó: es usted muy amable doctor. Tomó su bastón y salió del consultorio, y al pasar por el salón, la anciana se detuvo frente a la secretaria del médico, y con su voz un tanto espasmódica le preguntó: ¿disculpe dónde debo ir a buscar la cita para este otro doctor? ¿Qué es lo que dice la nota? ¿Me puede descifrar esta letra?
La secretaria, ocupada entre el teléfono, los papeles y más personas demandando información le dijo: creo que la manda con el neurólogo, y le entregó de nuevo el papel. Diga en la ventanilla de citas que es al neurólogo, bueno eso creo yo.
Bueno, ¡muchas gracias hijita!
Se fue a la ventanilla de citas y le dijeron que no entendían si era al neurólogo o al neumólogo. Y le preguntaron: ¿a qué médico le dijeron que debía ir? ¿Recuerda? Ella, confundida, sonrió y dijo: pues no lo sé, solo me lo dio y dijo que por mi problema debía ir a otro especialista. Pero allí me dijeron que era al neurólogo.
La encargada de citas le dijo: bueno, la pondré para el neurólogo entonces, pues esa letra de los médicos cuesta entenderla. La anciana salió con su papel de citas para 3 meses después, y al cumplirse dicho tiempo se presentó al especialista referido.
El galeno muy amablemente, comenzó a interrogarla y ver su expediente y le manifestó: no, señora, usted no necesita mis servicios, a quien necesita es al neumólogo. Le diré a la enfermera que le renueven su cita, pues no es con mi especialidad.
La enfermera le dijo al galeno: doctor, pero si usted habla con el neumólogo, podría verla fuera de cupo pues ella no tiene la culpa. Si Ud. se lo pide al doctor, seguro que se la da.
El galeno, muy bien vestido dijo: no, pues cargar al colega que ya ha de estar muy lleno de pacientes citados sería una falta de respeto, mejor que le arreglen la cita. Así nos evitarnos problemas con el colega y que ella vaya a lo seguro.
La anciana estaba allí, observando su destino. Finalmente volvió a ir a la ventanilla de citas y le programaron su cita para 6 meses. Aquella anciana, para llegar a su lugar de destino tuvo que tomar 2 autobuses, uno del propio Hospital hasta la empresa de su pueblo de origen, el otro a su pueblo, y de allí debía irse en moto-taxi en una empinada cuesta. Llegó exhausta a su casa y dijo: volver al hospital no podré, pues gasté mi mensualidad que me mandó mi hija. Dios dirá que pasará conmigo.
Aquella tos flemosa y húmeda empeoró, después una neumonía la encamó y finalmente todo acabó. Su nieta fue todo lo que pudo contar porque ni siquiera la acompañó. Una equivocación en un papel, tan solo unas letras de diferencia, sumada a la poca diligencia del personal médico, y el familiar que no se levantó de su silla para poder discernir aquella pequeña equivocación, supuso un gran problema en aquel hospital, “el mejor del país”, donde hay tanto que hacer que no se puede ni hacer a veces.

Una letra muchas veces decimos que no es nada, una simple equivocación de dedo o de comprensión cualquiera la tiene, pero casos como estos que implican distancia, esfuerzo y tropiezos, buscando la salud que un día nos dejó... La mucha ocupación nos hace más distraídos ante la verdadera demanda de nuestro trabajo.
La diligencia y la negligencia aquí hacen su gran diferencia, pues la primera hace grandes beneficiarios y la segunda trae angustias, llanto, muerte y dolor, por maleficencia.
Escoge tú en tu trabajo cuál deseas aplicar a diario, y si trabajas en un lugar de salud, recuerda que caminar unos cuantos pasos e investigar la duda del cliente, puede suponer que le ahorrarás muchos kilómetros, trabajo e incluso puedes evitar la muerte de alguien que visita ese hospital con gran sacrificio, porque enfermo nadie quiere estar. Si yo fuera tú, decía el proverbista: tomaría la diligencia.
Si tomáramos la cita de Mateo 7:12
“…Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas…”
La diligencia posible te extenuará, pero te beneficiará aún más.

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