Disfrazado de muchas maneras, el miedo es el enemigo más grande a derrotar pues no se nos presenta de una manera agresiva y fácil de descubrir, sino de la forma más sutil, disfrazado de pequeñas dudas y tan dentro de nosotros que no somos capaces de descubrirlo, y como consecuencia enfrentarlo.
El miedo es ese enemigo silencioso que siembra dudas en ti, que te hace entrar en crisis cada vez que necesitas tomar una decisión, que te hace sentir inseguro e incapaz, un lazo que te mantiene inmóvil, soñando solo con lo que desearías ser, observando de lejos al creer que es mejor no intentarlo porque podrías fracasar.
Pero la peor forma de perder una batalla es rindiéndote antes de comenzarla; la peor de las decisiones es la de no hacer nada por miedo a un resultado inesperado. El peor de tus enemigos es el miedo que llevas dentro, es un gigante que no te deja ver todo lo que puedes alcanzar; pero ¡ojo!, el miedo no debe ser más grande que el deseo de aquello que tanto anhelas.
Todos en ciertas ocasiones de nuestra vida sentimos miedo; aunque creemos que estamos lo suficientemente seguros de nosotros mismos o de nuestras capacidades, nuestro valor sale a relucir solo en algunas situaciones en las que requerimos de él; pero mayor que tus temores e inseguridades es la medida de fe que Dios te ha dado, una medida de fe y valor con la que puedes lograr vencer hasta el peor de tus enemigos.
Tus inquietudes ante decisiones importantes, tus preocupaciones, tus crisis de fe, todas tienen que ver con alguna clase de miedo; miedo a la reacción de otros, al rechazo, a lo que pasará si te equivocas, etc. Todas, aunque son distintas circunstancias, tienen el mismo común denominador: el miedo.
Pero Dios ha puesto en ti algo mayor que todos tus miedos juntos, un toque de su presencia en tu vida. Tú fuiste hecho a su imagen y semejanza, eres hijo del Dios que creó todas las cosas, ¿cómo no te ayudara a vencer tu situación?, ¿cómo no te dará lo que necesitas y temes no conseguir? No dejes que el miedo te aplaste, no permitas que nada te detenga, porque mayor es el poder de Aquel que te formó.
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