A veces somos víctimas de nuestros problemas. ¿Además, en algún momento te has hecho tú mismo la víctima para lograr algo? Solemos subestimar la capacidad que tenemos para crear hipotéticas enfermedades, problemas, tragedias o escenarios que a veces ni siquiera son reales, pero que por algún interés buscamos lograr que lo sean. En este sentido, uno de los errores que podemos cometer de manera consciente o inconsciente es jugar a “ser la victima”, buscando de esta manera la aprobación de algunos, o un trato especial, evadiendo situaciones que no sabemos manejar. El problema para muchos es que éste no ha sido un error en el que han caído una o dos veces, sino que se ha convertido a largo plazo en un vicio que muchos ni siquiera han advertido.
Estar bajo el papel de víctima es consecuencia de la inseguridad. El propósito es buscar la atención de los demás para conseguir algo de ellos, como un trato condescendiente o especial, producir lástima, o generar una excusa para no asumir responsabilidades, entre otros. Puede que algunas de estas personas tengan un cierto egoísmo al usar la excusa de “ser la victima” para conseguir beneficios propios; otras son personas dependientes emocionalmente que buscan que otros los lleven de la mano a través de la vida. El caso es que vivir lamentándose por las situaciones del pasado, además de ver las situaciones presentes como abismos sin salida o problemas que solo a ciertas personas les ocurren, conllevan a crear un escenario ficticio en donde la persona es el centro de atención rodeado de lamentos, problemas y quejas.
Algunas de estas personas creen tener un problema psicológico que los hace ser así (típica actitud de una persona que vive bajo el papel de victima), y puede que en algunos casos sea cierto, pero también es cierto que si bien en un principio no presentaban un problema real, después de un tiempo puede que esa autocompasión, quejas y lamentos exagerados produzcan un problema en su entorno, alejando quizás a muchos allegados quienes en algún momento se casan de lidiar con esa dependencia o demanda de atención de parte de “la victima”.
Para salir de ese vicioso estado es necesario saber lo siguiente:
Para salir de ese vicioso estado es necesario saber lo siguiente:
- Muchos creen que por ser cristianos ya no tendremos por qué pasar por problemas, pero no es así; ser cristiano no nos hace estar exentos de tribulaciones, las cuales mientras estemos en este mundo vamos a sufrir. Nuestro Señor Jesús, de antemano nos ha advertido que en este mundo tendríamos padecimientos; no es raro que enfermemos, no es causa de asombro que tengamos problemas financieros. Si recibimos críticas, sufrimos ofensas o decepciones ¿de qué nos sorprendemos? Nuestro Señor nos ha dicho: En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33 (Versión Reina Valera 1960).
- No somos los únicos en atravesar por problemas. Si hacemos un esfuerzo y logramos salir por un momento de nuestro mundo de tragedias, quizá pudiéramos observar los miles de niños, jóvenes y adultos en el mundo que atraviesan por problemas quizá mucho peores que los nuestros, y algunos a pesar de la dura situación, siguen firmes y adelante hacia la meta.
- Si crees que solo a ti te suceden esas cosas fíjate estos versículos: Nada existe que no haya existido antes, y nada existirá que no exista ya. Dios hace que el pasado se repita. Eclesiastés 3:15 (Versión Dios Habla Hoy). Al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 1 Pedro 5:9 (Versión Reina-Valera 1960).
- ¡Sufrir es necesario! No es bueno escapar de los tragos amargos de la vida; aunque sean difíciles, son momentos necesarios para nuestra madurez y crecimiento, nos fortalecemos y lo más importante es que nos acercan más a Dios!. Si así es, cuando todo marcha bien en nuestra vida y comenzamos a disfrutar de cierta estabilidad terrenal, nos enfocamos en lo bien que nos va en el trabajo, en los estudios, la familia, etc.; pero cuando atravesamos por momentos difíciles que no sabemos manejar, nuestro ser busca automáticamente el auxilio de nuestro Creador, porque: ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, quien hizo los cielos y la tierra. Salmo 121:1-2 (Versión Reina-Valera 1960).
Podríamos seguir y seguir enumerando razones, pero lo importante es que debemos tomar cartas en el asunto; no podemos envolvernos en una realidad ficticia para encubrir nuestras responsabilidades, falta de compromiso e inseguridades. Sabemos que es difícil afrontar algunos problemas que se nos presentan en la vida, y Dios también lo sabe y nos dice: Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana. Mateo 11: 28-30 (Nueva Versión Internacional)
Sabemos que el enemigo está como león rugiente buscando a quien devorar. Está alerta ante cualquier situación para hacernos tropezar, pero muchas veces somos nosotros mismos quienes creamos situaciones de tropiezo en nuestras vidas. Por otra parte, la voluntad de Dios no es que pasemos una vida de lamentos, quejas y angustias, sino que seamos responsables, capaces, valientes y esforzados, que asumamos nuestras responsabilidades sin esperar que otros se encarguen de ellas.
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7 (Reina-Valera 1960).
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