Por cuanto
todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23
La palabra disfuncional suele usarse para describir a personas, familias, relaciones, organizaciones, e incluso gobiernos. Mientras que
funcional significa algo que funciona como es debido, disfuncional es lo
opuesto: algo roto, que no se desempeña bien.En su carta a los romanos, el apóstol Pablo comienza describiendo una humanidad espiritualmente disfuncional (Romanos 1:18-32). Esta rebelión es generalizada: «Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (…) Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:12, 23).
La buena noticia es que somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados (versos 24-25). Cuando invitamos a Cristo a nuestra vida y
aceptamos su perdón, Él comienza a transformarnos. No nos volvemos perfectos de
inmediato, pero ya no tenemos por qué seguir en un estado roto y
disfuncional.
A través del Espíritu Santo, recibimos fuerza a
diario para honrar a Dios con lo que decimos y hacemos, y para despojarnos «del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.»
(Efesios 4:22-24).
Señor,
acudimos a ti en busca de restauración y fuerzas.
Acercarnos a
Cristo nos ayuda a vivir de acuerdo a su diseño original.
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