miércoles, 12 de abril de 2017

Tras la huella de su madre

Era un día muy ajetreado en nuestro hogar. Pero claro, con 10 hijos y otro en camino, todos los días eran un poco agitados. Ese día en particular, sin embargo, tenía dificultades incluso para realizar los quehaceres domésticos habituales, y todo a causa de un pequeñito.
Len, que tenía tres años entonces, estaba encima de mis talones dondequiera que me dirigiera. Cada vez que me detenía para hacer algo y me daba la vuelta, tropezaba con él.  Varias veces le había sugerido actividades entretenidas para mantenerlo ocupado.
-¿No te gustaría jugar en el columpio?, le pregunté una vez más.
Pero él simplemente me brindó una inocente sonrisa y me dijo:
Imagen relacionada-Está bien, mamá, pero prefiero estar aquí contigo.
Luego continuó retozando alegremente a mi alrededor.
Después de pisarlo por quinta vez, comencé a perder la paciencia e insistí en que saliera a jugar con otros niños. Cuando le pregunté por qué estaba actuando así, me miró con sus dulces ojos verdes y me dijo:
-Mira, mami, en la escuela mi maestra me dijo que caminara tras las huellas de Jesús. Pero como no lo veo, estoy caminando tras las tuyas.
Tomé a Len entre mis brazos y lo abracé. Lágrimas de amor y de humildad se derramaron sobre la oración que brotó en mi corazón: una plegaria de agradecimiento por la simple, pero hermosa perspectiva de un niño de tres años.
¿Qué huellas estás dejando en tu vida? ¿Quieren tus hijos, amigos o compañeros de trabajo seguirlas? Mucho hemos oído acerca de seguir las huellas de Jesús, pero ¿pueden los demás seguir las tuyas también?
Juan 8:12
Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

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