domingo, 16 de abril de 2017

Palabras de Triunfo: ¡Consumado es!

Estas palabras fueron pronunciadas con mucha intensidad, pues Nuestro Señor quería llamar la atención de todos los que estaban a su alrededor. Acababa de comenzar una nueva etapa en la vida de la humanidad. El hombre había sido redimido con la sangre preciosa del cordero de Dios.
consumado esAunque para sus discípulos fueron palabras de derrota. La idea de Cristo muerto a manos de sus enemigos era totalmente contraria a sus expectativas, y cuando los discípulos escucharon el informe de Juan en silencio, con los ojos en el suelo, fue como si les hubieran echado un balde de agua fría. Nadie se movió, movían la cabeza como diciendo...¿esto es lo que hemos logrado con todo lo que hemos hecho? ¿Valió la pena el sacrificio? ¡Qué tristeza embargó el corazón de los discípulos! No estaban aun en la posición de saber la grandeza de este momento que acababan de presenciar.
En cambio, para sus enemigos fueron palabras de rendimiento. Satanás saboreó su triunfo en la cruz de Cristo, y creyó haber destruido el plan de Dios para la salvación de los hombres. Los judíos tuvieron gran parte de culpa, y los soldados romanos fueron los que pusieron los clavos a Jesús en la cruz. Pero el que tomó todo el crédito por la muerte de Cristo fue el diablo, quien crucificó al Señor de la gloria. Se había cumplido la profecía dada en Génesis 3:15: ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el calcañar. Satanás estaba convencido de que había sido el triunfador; que había derrotado al Señor y que el plan de Cristo había fracasado.
Pero para Dios el Padre fueron palabras de cumplimiento. Durante cientos de años, ríos de sangre habían corrido en el altar de Dios, sin embargo, el precio del pecado nunca se había pagado. La obra de los sacerdotes había sido imperfecta. Cada día que pasaba traía nuevos pecados, y con él nuevas demandas de sangre. Pero la Biblia enseña que lo que miles de sacrificios de animales no pudieron hacer, nuestro Señor lo pudo hacer con UN SOLO SACRIFICIO, HECHO UNA VEZ Y PARA SIEMPRE.
Esto, para los creyentes, son palabras de seguridad. Cristo nos ha redimido; compró a precio de su propia sangre la salvación de toda la humanidad. Estas palabras de Jesús expresan la garantía de que su salvación está asegurada, pues todo lo hizo el Señor. Lo único que hicimos fue recibir la salvación como un regalo, por gracia.
Y para los pecadores son palabras de esperanza y salvación. La muerte de Cristo era la única solución para la necesidad más grande de todos los hombres: el perdón de sus pecados. Ningún pecado es imperdonable, como tampoco hay ningún alma que quede fuera del alcance del poder de la sangre de Cristo. No hay ningún pecador, por vil que sea, que no sea perdonado si viene a Cristo. Puede que alguien piense que ha sido tan malo que Dios no quiera perdonarlo. Pero Cristo dijo: El que viene a mí, no lo echo fuera. Venid a mí, todos los que estéis cansados, que yo os haré descansar.
Si usted nunca se ha arrepentido de sus pecados, clame a Cristo por la salvación de su alma. No hay nada más que hacer al respecto, que reconocer nuestra culpa ante Él y acudir a Jesucristo para recibir el perdón de sus pecados.

¡Hoy es tu día de salvación!

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