El carpintero contratado, acababa de finalizar su primer día de trabajo. Pero el balance del día no era muy bueno, pues su motosierra se había estropeado, y su viejo coche se había negado a arrancar.
Mientras Luis quien lo había contratado lo llevaba a su casa, el carpintero permaneció en silencio; obviamente se hallaba preocupado. Cuando llegaron, invitó a Luis a bajarse y conocer a su familia. Así lo hicieron, y mientras se dirigían a la puerta, el carpintero se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando la familia del carpintero abrió la puerta, hubo una sorprendente transformación: su rostro que poco antes reflejaba cansancio y molestia, ahora lucía totalmente sonriente. Y con esa actitud, abrazó y besó a sus dos hijos pequeños y a su esposa que salían a recibirlo.
Minutos más tarde y una vez concluida la corta visita de Luis, el carpintero lo acompañó hasta la salida, y al pasar cerca del árbol, sonrientemente expuso: “Éste es mi árbol; cada noche cuando llego a casa, cuelgo en sus ramas los problemas; y, a la mañana siguiente los recojo otra vez. Lo divertido es que al otro día, no veo tantos problemas como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.
Amigos: A diario en la calle, en el trabajo, en el sitio de estudio, o donde nos desenvolvemos, nos cargamos de preocupaciones propias de convivir. Luego, cuando regresamos a casa, entramos con toda esa carga de emociones negativas, convirtiendo a nuestros seres queridos en víctimas de ese afán.
Hay quienes incluso, tenemos la mala costumbre de llevar trabajo extra a casa, haciendo de ella una especie de agencia de la oficina o del taller, lo que automáticamente pone una barrera de mala comunicación, o de incomunicación con los nuestros.
Hagamos pues como el carpintero del relato; tengamos, figuradamente hablando, un árbol a la entrada de nuestra casa, en donde colguemos nuestros problemas, recordando que en el hogar necesitan al esposo, al padre de familia, no al oficinista, trabajador o empresario.
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