sábado, 25 de febrero de 2017

El propósito de los Dones Espirituales

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. De la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. Romanos 12:3-8  
Resultado de imagen de El propósito de los Dones EspiritualesSubiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que «subió», ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. Efesios 4:8-12. 
¿Cuál es el propósito de los dones espirituales que Dios nos da?
Los dones espirituales fueron dados claramente para el servicio, no para nuestra santificación. No son trucos milagrosos que satisfacen nuestra curiosidad, como tampoco son otorgados como antídoto para el aburrimiento.
A menudo pensamos en los dones del Espíritu Santo como modo de suplir nuestras necesidades espirituales, o con el fin de darnos poder en nuestro caminar con Dios.
El resultado es una visión de los dones del Espíritu Santo que está centrada más en el cristiano que en Cristo. Está más enfocada en nosotros que en Dios.
Pero cuando intentamos recuperar la perspectiva centrada en Dios de los dones espirituales, nos damos cuenta que los dones que Dios da cumplen múltiples propósitos divinos: son otorgados para fomentar la unidad de la Iglesia y para edificación de la misma (Efesios 4:12-16). Son dados para continuar el ministerio de la Iglesia encomendado por Dios (Efesios 4:11, 12). Y, en última instancia, son dados para glorificar a Dios (1 Pedro 4:10, 11).
Esta es la razón por la cual los dones nunca son otorgados para complacernos a nosotros. Son para edificación de los demás (1 Pedro 4:10; 1 Corintios 14:12, 26). 
Son dados para proporcionar ganancia espiritual y edificación para toda la Iglesia. Es una tragedia cuando los dones de Dios, que se supone deberían fomentar la unidad en la Iglesia, son mal utilizados con el fin de que solamente algunos individuos se vean beneficiados. Cuando esto ocurre, estos beneficiarios reciben prominencia indebida. Esto, a su vez, fomenta la desunión y da lugar a divisiones. Demasiado a menudo pensamos en los dones espirituales únicamente en términos de habilidad y talentos que recibimos.
Mientras que los talentos ya están involucrados en aquellos que poseen dones espirituales, deberíamos recordar que al otorgar un don espiritual, el Espíritu Santo siempre da una tarea o ministerio específicos que lo acompañan (1 Pedro 4:10).
De modo que se podría decir que los dones espirituales son ciertas capacidades dadas sobrenaturalmente por Dios por medio del Espíritu Santo.
Estos dones capacitan a la persona para un tipo especial de servicio que edificará a la Iglesia. Para alcanzar ese objetivo, son necesarios diversos dones.
El propósito primario de los dones es la unidad de la Iglesia. Los creyentes con diferentes dones deben apuntar a la unidad de la Iglesia. Los diferentes dones en la Iglesia son una bendición en vez de una fuente de división.

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