Voz del
Señor que derrama llamas de fuego. Salmo 29:7
Hace muchos años, pescaba con un amigo en una
laguna, cuando empezó a llover. Nos refugiamos en un bosque de álamos pero la
lluvia no cesaba. Entonces, decidimos dar por terminado el día y correr hasta la
camioneta. Acababa de abrir la puerta, cuando un relámpago cayó como una bola de
fuego en el bosque, tronando y arrancando las ramas de los árboles, y dejándolas
ardiendo. Después, reinó el silencio.Quedamos temblando y pasmados.
Los relámpagos destellan y los truenos recorren
nuestro valle y eso me encanta… a pesar de lo que
me pasó. Disfruto al ver el poder en su máxima expresión. ¡Voltaje!
¡Estridencia! ¡Conmoción y pavor! La tierra y todo lo que hay en ella tiembla y
se sacude. Luego viene la quietud.
Me encantan los relámpagos y los
truenos porque son símbolos de la voz de Dios (Job 37:4), que habla con un poder
estupendo e irresistible a través de su Palabra: «Voz del Señor que derrama
llamas de fuego; el Señor dará poder a su pueblo; el Señor bendecirá a su
pueblo con paz» (Salmo 29:7, 11). El Señor da fuerzas para soportar, ser
pacientes y bondadosos, sentarnos en silencio, levantarnos y andar, y no hacer
nada en absoluto.
Que la paz de Dios sea contigo.
Señor,
aquieta mi espíritu en las tormentas de la vida y dame fuerzas para
atravesarlas.
La fe conecta nuestra debilidad con la fortaleza de Dios.
La fe conecta nuestra debilidad con la fortaleza de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario