3ª Juan 2. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma.
La prosperidad es una de las cosas más anheladas por el ser humano. A nadie le gusta vivir en la pobreza, mezquindad y/o escasez. Hemos sido creados con tendencia a no conformarnos con menos que no sea la abundancia y prosperidad.
El pecado en la humanidad ha hecho perder el rumbo en la vida, y por eso la única manera de alcanzar la verdadera prosperidad viene cuando le entregamos nuestra vida a Cristo. Es entonces cuando comienza a establecerse el fundamento de la prosperidad estable. A menos que tengamos solucionado el problema de nuestra bancarrota o pobreza espiritual, todo lo que prosperemos en otras áreas no tendrá un buen fundamento.
La prosperidad material puede perderse en un instante. Un mal negocio, un robo o la perdida de todos los bienes puede dejar a uno en la calle. Y la prosperidad física nadie la tiene garantizada. Si hoy hemos abierto nuestros ojos ha sido por la Gracia de Dios, no es mérito nuestro. Uno puede comprar una buena cobertura médica y medicinas, pero no la prosperidad física. Y la prosperidad del alma (mente, emociones, voluntad) solo puede mantenerse con la ayuda de Cristo. El ritmo de la vida muchas veces destruye nuestra manera de pensar, hiere nuestras emociones y nos hace tomar decisiones equivocadas.
Por eso, la principal prosperidad que el ser humano necesita tener es la espiritual. Una vez solucionado este problema ya estaremos en el camino para recibir las bendiciones de Dios.
¿Eres tú una persona próspera espiritualmente?
Gracias Jesús, porque tu prosperidad es total para el espíritu, alma, cuerpo y lo material. Ayúdame a caminar cada día cerca de ti pues solo Tú tienes el poder de enriquecer mi vida totalmente. Te lo pido en tu Santo Nombre, amén.
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