Siempre es bueno ayudar a los demás, de hecho dice la Palabra que es mejor dar que recibir; pero a veces no lo hacemos porque quizá no tengamos los recursos suficientes para ayudar a las demás personas. Lamentablemente, la mayoría de las cosas las analizamos en base al dinero y pensamos, erróneamente, que si no lo tenemos no podemos hacer nada y mucho menos solucionar problemas ajenos, pero existen problemas que ni con todo el oro del mundo se pueden solucionar.
La palabra de Dios dice: "Hermanos míos, ¿De qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: «Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta." Santiago 2:14-17 (Nueva Versión Internacional).
Decir "Dios te bendiga" no es suficiente, pues en muchos casos no ayuda a solucionar el problema de tu prójimo. Tal vez en estos momentos pienses, ¿cómo voy a ayudar a alguien, si estoy peor que esa persona? Poco o mucho siempre tendremos para ofrecer a los demás, así sea pan a un mendigo, alimento, ropa,... no todo tiene por qué ser dinero.
No seamos egoístas pensando solamente en nosotros, siempre esperando recibir, que nos den, que nos ayuden, sin hacer nada por los demás.
¨Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos.¨
Imaginemos esa escena, el hombre cojo tirado en la puerta del templo esperando la caridad de las demás personas, solamente... para medio vivir. Entonces llega Pedro con Juan y lo primero que se encuentran es a este hombre que estaba a la expectativa, pues esperaba recibir limosnas; pero más allá de una simple limosna, ellos se percataron de que su problema no era solo el sustento diario y que necesitaba una ayuda más para su vida, en la cual el dinero no tenía nada que ver; esa ayuda fue la sanidad de sus pies.
En este mundo siempre representaremos los dos papeles, el de necesitados y también el de ayudadores; como hijos de un gran Dios tenemos algo más importante que el dinero y eso es su presencia, el poder y la autoridad que se nos ha dado para romper cadenas, sanar, liberar. Hay quienes necesitan ayuda, no tanta material sino espiritual, y ésta debe ser nuestra especialidad.
En este mundo siempre representaremos los dos papeles, el de necesitados y también el de ayudadores; como hijos de un gran Dios tenemos algo más importante que el dinero y eso es su presencia, el poder y la autoridad que se nos ha dado para romper cadenas, sanar, liberar. Hay quienes necesitan ayuda, no tanta material sino espiritual, y ésta debe ser nuestra especialidad.
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