martes, 6 de diciembre de 2016

Hay tanto para dar...

Siempre es bueno ayudar a los demás, de hecho dice la Palabra que es mejor dar que recibir; pero a veces no lo hacemos porque quizá no tengamos los recursos suficientes para ayudar a las demás personas. Lamentablemente, la mayoría de las cosas las analizamos en base al dinero y pensamos, erróneamente, que si no lo tenemos no podemos hacer nada y mucho menos solucionar problemas ajenos, pero existen problemas que ni con todo el oro del mundo se pueden solucionar.
ayudemonosAunque podemos ayudar al prójimo de muchas maneras, como con una sencilla oración, una visita, una palabra de aliento,... pero no solo nos debemos quedar ahí, tenemos que actuar.
La palabra de Dios dice: "Hermanos míos, ¿De qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: «Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso?  Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta." Santiago 2:14-17 (Nueva Versión Internacional).
Decir "Dios te bendiga" no es suficiente, pues en muchos casos no ayuda a solucionar el problema de tu prójimo. Tal vez en estos momentos pienses, ¿cómo voy a ayudar a alguien, si estoy peor que esa persona? Poco o mucho siempre tendremos para ofrecer a los demás, así sea pan a un mendigo, alimento, ropa,... no todo tiene por qué ser dinero.
No seamos egoístas pensando solamente en nosotros, siempre esperando recibir, que nos den, que nos ayuden, sin hacer nada por los demás.
¨Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos.¨
Hechos 3: 6-7 (Reina-Valera 1960).
Imaginemos esa escena, el hombre cojo tirado en la puerta del templo esperando la caridad de las demás personas, solamente... para medio vivir. Entonces llega Pedro con Juan y lo primero que se encuentran es a este hombre que estaba a la expectativa, pues esperaba recibir limosnas; pero más allá de una simple limosna, ellos se percataron de que su problema no era solo el sustento diario y que necesitaba una ayuda más para su vida, en la cual el dinero no tenía nada que ver; esa ayuda fue la sanidad de sus pies.
En este mundo siempre representaremos los dos papeles, el de necesitados y también el de ayudadores; como hijos de un gran Dios tenemos algo más importante que el dinero y eso es su presencia, el poder y la autoridad que se nos ha dado para romper cadenas, sanar, liberar. Hay quienes necesitan ayuda, no tanta material sino espiritual, y ésta debe ser nuestra especialidad.

No tener una situación económica de prestigio no te exonera de ayudar a los demás, pues para brindarle la mano al caído no hace falta tener dinero, basta con tener al Espíritu Santo.

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