lunes, 7 de noviembre de 2016

La actitud de un verdadero creyente

1a CORINTIOS 15:9-11 “9 Yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. Sea yo o sean ellos, así predicamos y así habéis creído.”
jovenes-creyentesEl apóstol Pablo tenía una mentalidad que los cristianos harían bien en imitar: “Sed imitadores míos, así como yo lo soy de Cristo.” (1a Corintios 11:1).  En su actitud había:
Humildad. El orgullo se oculta en el corazón de un creyente que entiende la misericordia divina. Pablo difundió el evangelio porque sabía que la gracia que fue suficiente para salvar a un pecador como él, era suficiente para todos.
Gratitud. El apóstol nunca olvidó hasta dónde lo había llevado la gracia de DIOS. A menudo recordaba a los creyentes el papel que había tenido en la persecución de la iglesia: “habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; pero fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad.” (1a Timoteo 1:13).
La gratitud de Pablo por la salvación de su vida anterior nunca menguó. El libro de Hechos registra la ansiedad constante y el sufrimiento en sus viajes, pero seguía alabando al SEÑOR por el privilegio de servirle.
Dependencia. Para referirse a la fuente de su fortaleza, Pablo utilizó estas palabras: “Por la gracia de DIOS soy lo que soy” (1a Corintios 15:10). Él sabía lo que era depender exclusivamente de la bondad propia y esforzarse por ser buen religioso, y no quería saber nada de eso. Pablo deseaba más de Cristo, y nada de sí mismo: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo ” (Filipenses 3:8).

Confianza absoluta. Al final de su vida, Pablo estaba más seguro que nunca de que DIOS era real, que tenía el control, y de que era digno de toda honra, gloria y alabanza: “Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2a Timoteo 4:6-8).
¿Ves estas actitudes en ti? Sigue el ejemplo del apóstol Pablo. Alaba al SEÑOR por todo lo que ha hecho por ti, y luego dedícate a trabajar para su reino. No permitas que su gracia se derrame en vano sobre tu vida: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.” (1a Corintios 15:10).
Señor, gracias por la vida, la salud, la familia, el trabajo, los amigos, las comodidades, etc., etc. Gracias por las personas que son ejemplo, como Pablo. Ayúdame a desarrollar las cualidades que aún me faltan, para servirte con mayor dedicación. Gracias Señor, en tu nombre, amén.

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