sábado, 18 de junio de 2016

Risa y llanto

Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro… Esdras 3:13
El año pasado volví a entablar relación con unas amigas que no veía desde hace mucho tiempo. Nos reímos y disfrutamos del reencuentro, pero también lloré porque las había extrañado mucho.
Inline image 1El último día que pasamos juntas, celebramos la Cena del Señor. ¡Más sonrisas y lágrimas! Di gracias a Dios por haberme dado vida eterna y unos días hermosos con ellas. Pero, una vez más, lloré abrumada ante la realidad de lo que le costó a Jesús librarme de mi pecado.
Me acordé de Esdras y de aquel maravilloso día en Jerusalén. Los exiliados habían regresado del cautiverio y acababan de poner los cimientos para la reconstrucción del templo. El pueblo cantaba con gozo, pero algunos de los sacerdotes más viejos lloraban (Esdras 3:10-12). Probablemente recordaban el templo de Salomón y su antigua gloria… ¿o se lamentarían por los pecados que, originalmente, los habían llevado al cautiverio?
A veces, cuando vemos que Dios obra, experimentamos una amplia gama de sentimientos; entre ellos, alegría, al ver sus maravillas, y pena, al recordar nuestros pecados y la necesidad del sacrificio de Cristo.
Los israelitas cantaban y lloraban, y el sonido se escuchaba a lo lejos (verso 13). Que nuestras emociones expresen amor y adoración al Señor, e impacten a los que nos rodean.
Padre, te adoramos hoy con todo nuestro ser.
Tanto las lágrimas como las sonrisas alaban a Dios.

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