Eclesiastés 7:9 es sólo uno de muchos versículos bíblicos que tratan el tema del enojo. Por ejemplo, Proverbios 14:17 dice: "El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar". En Proverbios 16:32, leemos que: "Más vale ser paciente que valiente". Proverbios sigue tratando sobre el enojo al afirmar que: "El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa" (Proverbios 19:11). Y en Santiago 1:19-20, leemos: "Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere".
Observe en Santiago 1:19,20 que "la ira humana no produce" rectitud. Parte de la rectitud o de la recta manera de ser, como Dios quiere que seamos, es realizar nuestro potencial, y no podemos hacerlo a menos que aprendamos a refrenar nuestro enojo.
Todos queremos más de lo que tenemos en las diferentes áreas de nuestras vidas, pero para lograrlo debemos operar dentro de los límites del autocontrol. Si de veras queremos crecer espiritualmente, deberemos mantener nuestras pasiones bajo control. Esto no significa que tengamos que ser perfectos o que nunca cometamos errores. Aunque el Espíritu Santo nos da poder para controlar nuestras emociones, algunas veces podemos perder la paciencia. Pero tan pronto como lo hemos hecho, debemos confesarlo y arrepentirnos.
Todos queremos más de lo que tenemos en las diferentes áreas de nuestras vidas, pero para lograrlo debemos operar dentro de los límites del autocontrol. Si de veras queremos crecer espiritualmente, deberemos mantener nuestras pasiones bajo control. Esto no significa que tengamos que ser perfectos o que nunca cometamos errores. Aunque el Espíritu Santo nos da poder para controlar nuestras emociones, algunas veces podemos perder la paciencia. Pero tan pronto como lo hemos hecho, debemos confesarlo y arrepentirnos.
Una vida disciplinada, autocontrolada, no solo requiere tiempo, determinación y arduo trabajo; también exige negarse a sí mismo, pero la recompensa vale el esfuerzo que demanda.
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