Saw Ba Thite estaba cazando cerca de su pueblo (O Myanmar) en Birmania, cuando un jabalí enfurecido lo atacó y le mordió una pierna. Como en aquel lugar no pudieron curarlo bien, la herida se infectó gravemente y se pensó en la solución extrema: la amputación, que fue practicada en la capital de la provincia. Con ese impedimento… ¿cómo podría vivir? Y para colmo, su novia le dijo que lo dejaba… ¡Estaba sumido en una total desesperación!
Saw decidió poner fin a sus días arrojándose a un pozo cercano. Mientras iba de camino hacia ese lugar, de repente escuchó por la radio una emisión evangélica y se detuvo para oír mejor. El mensaje le sorprendió, pues hablaba de un Dios de amor y paz. Saw necesitaba saber más sobre ese Dios; rápidamente indagó y se puso en contacto con los responsables de la emisora. Entonces todo cambió. ¡Jesús entró en su vida y transformó todo! ¡Adiós a su oscura idea suicida y a la desesperación!
A partir de entonces y pese a su discapacidad, Saw Ba Thite recorrió su país anunciando la buena nueva que había transformado su vida. El testimonio que podía predicar sobre el poder de Dios, y el milagro propio de su conversión triunfaron sobre la oposición de la idolatría local. Muchos misioneros fueron expulsados del país, sin embargo la propagación del Evangelio, que sigue siendo “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16), continúa extendiéndose gracias a testigos como Saw.
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