“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”. Gálatas 3:13
Usted sabe lo que pasó: Satanás, en forma de serpiente, se acercó a la esposa de Adán y la engañó para que desobedeciera a Dios. Pero Adán no fue engañado, sino que hizo lo mismo que ella.
Ese día, cuando Satanás vino al huerto, él no podía presumir de tener ningún poder. Por eso entró con sigilo, sin hablar directamente con Adán, sino con su esposa. Adán estaba allí, y debió haberlo echado fuera. Pero no lo hizo. En vez de eso, descartó el mandato que Dios le había dado e hizo lo que Satanás le dijo que hiciera; y cuando lo hizo, éste se convirtió en su señor.
Al doblar su rodilla ante Satanás, Adán le dio la autoridad que Dios le había dado al hombre. Él hizo a Satanás el gobernador ilegítimo de la tierra. Y las cosas cambiaron de inmediato. El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres (Romanos 5:12). De repente, la tierra y todo lo que había en ella fueron malditos.
“Entiendo -dice usted-. ¿Vamos a vivir bajo esa maldición el resto de nuestra vida? ¿No había nada que Dios pudiera hacer?”
¡Sí, lo había, y lo hizo! El envió a Jesús. Gracias a Jesucristo, Dios nos libró de la maldición (Gálatas 3:13).
Usted fue rescatado del señorío de Satanás en el momento en que hizo a Jesucristo el Señor de su vida. Usted fue redimido de la maldición. No es que la maldición ya no esté allí. Lo está. Usted puede verla a su alrededor. Pero ahora tiene una opción. Usted tiene autoridad sobre ella en el Nombre de Jesús; así que puede resistirla.
Dios ha hecho todo lo que por amor se puede hacer. Envió a Jesús para redimirlo a usted de la maldición. El resto está en sus manos. Ahora debe hacer suyo lo que ha sido hecho para usted.
Usted sabe lo que pasó: Satanás, en forma de serpiente, se acercó a la esposa de Adán y la engañó para que desobedeciera a Dios. Pero Adán no fue engañado, sino que hizo lo mismo que ella.
Ese día, cuando Satanás vino al huerto, él no podía presumir de tener ningún poder. Por eso entró con sigilo, sin hablar directamente con Adán, sino con su esposa. Adán estaba allí, y debió haberlo echado fuera. Pero no lo hizo. En vez de eso, descartó el mandato que Dios le había dado e hizo lo que Satanás le dijo que hiciera; y cuando lo hizo, éste se convirtió en su señor.
Al doblar su rodilla ante Satanás, Adán le dio la autoridad que Dios le había dado al hombre. Él hizo a Satanás el gobernador ilegítimo de la tierra. Y las cosas cambiaron de inmediato. El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres (Romanos 5:12). De repente, la tierra y todo lo que había en ella fueron malditos.
“Entiendo -dice usted-. ¿Vamos a vivir bajo esa maldición el resto de nuestra vida? ¿No había nada que Dios pudiera hacer?”
¡Sí, lo había, y lo hizo! El envió a Jesús. Gracias a Jesucristo, Dios nos libró de la maldición (Gálatas 3:13).
Usted fue rescatado del señorío de Satanás en el momento en que hizo a Jesucristo el Señor de su vida. Usted fue redimido de la maldición. No es que la maldición ya no esté allí. Lo está. Usted puede verla a su alrededor. Pero ahora tiene una opción. Usted tiene autoridad sobre ella en el Nombre de Jesús; así que puede resistirla.
Dios ha hecho todo lo que por amor se puede hacer. Envió a Jesús para redimirlo a usted de la maldición. El resto está en sus manos. Ahora debe hacer suyo lo que ha sido hecho para usted.
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 13 Antes de la Ley ya había pecado en el mundo; pero donde no hay Ley, no se inculpa de pecado. 14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
15 Pero el don no fue como la transgresión, porque si por la transgresión de aquel uno muchos murieron, la gracia y el don de Dios abundaron para muchos por la gracia de un solo hombre, Jesucristo. 16 Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó, porque, ciertamente, el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. 17 Si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida. 19 Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos.
20 La Ley, pues, se introdujo para que el pecado abundara; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia, 21 porque así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reinará por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro. Romanos 5:12-21
No hay comentarios:
Publicar un comentario