Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces… Tú eres el mismo, y tus años no acabarán. Hebreos 1:10-12
Vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. Mateo 24:44
Vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. Mateo 24:44
El célebre arquitecto Le Corbusier (1887-1965) escribió: "Ebria de velocidad y de movimiento, uno diría que toda la sociedad se puso inconscientemente a dar vueltas sobre sí misma, como un avión en barrena en medio de un banco de bruma cada vez más opaca. De este tipo de embriaguez solo se puede salir desembocando en la catástrofe, porque no queda otra salida que estrellarse contra el suelo".
En la Biblia hallamos un análisis parecido. Hace veintisiete siglos el profeta Isaías escribió: “Será la tierra conmovida. Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará” (Isaías 24:19-20).
En nuestros días, son muchos los que alertan a la opinión pública sobre los preocupantes desarreglos de nuestro planeta, en ámbitos tan variados como la ecología o la economía; la fragilidad del equilibrio es cada vez más preocupante.
Pero esto no sorprende a los creyentes, pues Dios nos advierte sobre el final de los tiempos y el fin de este mundo: “Los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:7). Al mismo tiempo, dirige un último llamado a esta humanidad que ama y por la cual dio a su Hijo: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra” (Isaías 45:22).
En nuestros días, son muchos los que alertan a la opinión pública sobre los preocupantes desarreglos de nuestro planeta, en ámbitos tan variados como la ecología o la economía; la fragilidad del equilibrio es cada vez más preocupante.
Pero esto no sorprende a los creyentes, pues Dios nos advierte sobre el final de los tiempos y el fin de este mundo: “Los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:7). Al mismo tiempo, dirige un último llamado a esta humanidad que ama y por la cual dio a su Hijo: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra” (Isaías 45:22).
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