miércoles, 9 de diciembre de 2015

La consecuencia

Dios no es un ser castigador, no anda buscando desesperadamente a quién castigar, aunque Dios sí corrige, disciplina. Muchas de las cosas malas que al hombre le suceden son consecuencia de sus propios actos, o sea, cada uno recibe y vive según lo que hace. Jeremías 8;10,15 “Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. Esperamos paz, y no hubo bien; día de curación, y he aquí turbación.”
Si una madre le dice insistentemente a su pequeña hija que no meta la mano en el fuego de la estufa, y en un descuido la niña la mete y sufre quemaduras muy fuertes, su madre, al ver lo que le sucedió a su hija, probablemente no la castigue, pero por mucho que la ame y por mucho que intente ayudarle untándole crema o cualquier otra medicina, nunca podrá evitarle el dolor que está sufriendo. A esto es lo que se le llama consecuencia.
Dios nos ama tanto que dio a su hijo para que muriera por nosotros, pero a pesar de tanto amor, Él no evita las consecuencias de nuestros malos actos.
Los animales por instinto de conservación saben cuándo deben o no hacer las cosas. Jeremías 8;7 “Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.” El hombre es el único ser en la tierra que por sus actos destruye su vida y el medio en el que vive.
El hombre se ha envanecido tanto con el conocimiento que Dios le dio, que el mismo conocimiento lo ha llevado a la rebeldía, causante de su destrucción. Jeremías 8;5 “¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse.” La solución a la crisis o tragedia que enfrenta el hombre es el arrepentimiento. Verso 6 “Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.”
ARREPENTIRSE es aceptar que se está equivocado, es cambiar de rumbo, es dirigir de nuevo o cambiar de dirección mi vida o lo que estoy haciendo. Los problemas deben solucionarse y arrancarse desde su raíz. Verso 3 “Y escogerá la muerte antes que la vida todo el resto que de esta mala generación, en todos los lugares adonde arroje yo a los que queden, dice Jehová de los ejércitos”. Muchas veces es necesario destruir lo que estamos haciendo y construir de nuevo. La corrección duele pero es necesaria; hay personas que no aprenden sin el uso de la corrección. Isaías 26:10 “Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová.”

La terquedad del hombre lo lleva a tratar los problemas con liviandad. Jeremías 8;11 “Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.” Al hombre necio todo le parece que está bien, y la corrección le parece una exageración, por eso nunca cambia y va siempre de mal en peor.
La libertad, al fin y al cabo, no es sino la capacidad de vivir con las consecuencias de las propias decisiones.
Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si en verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, yo os haré habitar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre”. Jeremías 7;5-7 El peor enemigo del cristiano es vivir atrapado en sus propias mentiras. Verso 8 “He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan.”
Aunque Dios nos habla desde temprano, muchas veces seguimos creyendo en nuestra mentira y terquedad. Verso 13 “Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis;”
Solo escuchando y obedeciendo a Dios a través de su palabra, Él será nuestro Dios y por lo tanto, todo lo que hagamos nos saldrá bien. Verso 23 “Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.” Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”
Recuerda que esta llamada a un cambio de vida no es para el incrédulo, para el de afuera, es para nosotros los que nos llamamos cristianos y que a diario acudimos al templo. Jeremías 7;1-2 “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Ponte a la puerta de la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová.”

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