La duda es la vacilación e indecisión ante varias posibilidades. Es también la sospecha de algo que puede o no ser cierto. La duda es lo que sembró la serpiente en Eva y lo que abrió la puerta para que pecara. Es lo que hizo que perdiera el vivir en el paraíso y que entrara maldición a su vida. Dudó, desobedeció y pecó.
Y también a veces, nos pasan cosas similares a nosotros porque dejamos que la duda entre en nuestras vidas y perdemos grandiosas oportunidades. Decimos: “¡Él o ella se fija en mí!, ¿pero qué vio si soy tan feo(a)?” “¿Esa posición es para mí? ¡No, es que no me siento capaz,... que se lo den a otro!” “Nunca seré perdonado(a), he cometido demasiados pecados”. Y mientras, Dios ofreciéndote el perdón y la salvación en tus manos. “¿Será que me está siendo infiel, que me ha dejado de querer?” Y cuando abres los ojos, tu matrimonio o relación está arruinada porque los celos y la duda te cegaron y te dejaste llevar por intrigas sin valor.
Pero hoy puedes deshacerte de la duda, ¡échala fuera de tu casa, no dejes que penetre por ninguna rendija! Los sueños que hay dentro de ti se pueden cumplir si tienes más confianza en ti mismo, y sobre todo, si aceptas que tienes en tu vida a un Dios que hace las cosas imposibles, posibles. Que da fuerzas, sabiduría, inteligencia y potencial para que podamos realizar las cosas con excelencia.
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